domingo, 2 de febrero de 2014

Capitulo 8 "Calabozo, lagrimas y más conflictos..."


- A mi nadie me viene a decir que tengo que hacer, ademas que todo lo que les dijo este infeliz es una vil mentira; cualquier persona en sus perfectos cabales sabe que yo jamas vendería mi hacienda - contesta Bárbara muy segura de sus palabras.
- Sargento, ¿Podría mostrarme algún papel que nos diga que todo es cierto? - pide Santos tratando de ayudar.
- Claro que si don - dice el guardia entregándole unos papeles a Santos, los revisa detalladamente y al ver la firma de Bárbara levanta la cabeza expresando seriedad.
- Bárbara no entiendo nada, efectivamente esta es tu firma...- confirma Santos acercándose a ella.
- Pero no se como demonios llego ahí, nunca hable de vender mi hacienda con este desgraciado tan solo llegamos a un acuerdo sobre reces.
- Guardia la señora no quiere desalojar mi propiedad por favor puede sacarla de aquí que esta escena me pone de mal humor - suspira Eduardo, 2 de los guardias se acercan a Bárbara para tomarla de los brazos y obligarla a salir, pero ella con un movimiento rápido se para en frente de Eduardo.

- Que pobre eres Eduardo Gutierrez... - le dice Bárbara con desprecio sacando su revolver y si pensarlo 2 veces le mete un tiro en su pierna derecha haciéndolo quejarse de dolor.
- ¡Maldita!, ¡guardias esto no puede quedar impune tienen que meterla presa! - ordena Eduardo desde el suelo, los guardias toman a Bárbara mientras ella forcejeaba para soltar, pero estos la esposaron.
- ¡Sueltenmen!, no tienen ningún derecho a tocarme idiotas - gritaba Bárbara molesta.
- Bárbara no compliques más las cosas - le dice Santos - no debiste dispararle y menos con estos hombres como testigos.
- Lo hecho hecho esta.
- ¡Llevensenla de una vez! - pide Eduardo levantándose con una mano en la pierna.
- ¡No! - grita Santos corriendo hacia ella.
- Doctor usted entenderá que debemos llevárnosla por agredir sin motivos a un hombre.
- ¿Sin motivos? - se ríe Bárbara.
- Señora mejor guarde silencio - dice uno de los guardias metiendola en una camioneta.
- ¡No te vas a salir con la tuya desgraciado!, ¡Me las vas a pagar! - grita Bárbara desde la ventana.
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- Cecilia mi mamá no me contesta - murmura la pequeña colgando su teléfono.
- Que extraño, si hace un buen rato debieron llegar - responde Cecilia marcandole a Santos - ¿Santos?
"- Tia."

- ¿Se puede saber por qué no habían llamado a Kimberly? - pregunta con seriedad.
"- Se armo un problema y se llevaron presa a Bárbara, te pido que no le digas nada a la niña; podría preocuparse."
- Esta bien.
"- Tengo que salir de inmediato para la jefatura civil, al rato te llamo para explicarte todo - cuelga."
- ¿Y que paso? - pregunta Kimberly.
- Ya llegaron a la hacienda, solo que tu mami esta resolviendo unos asuntos urgentes de la hacienda y no pudo atenderte el teléfono, pero Santos me dijo que en un rato te llama.
- Ni modo, toco esperar - dice resignada la pequeña dejándose caer en el diván al lado de la ventana.
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...En el Arauca...
Los guardias habían encerrado a Bárbara y habían dado la orden de que no pudiera recibir visitas, ella se encontraba sentada en esa cama fría tratando de organizar sus pensamientos; quizás así entendería como fue que Eduardo había logrado quitarle su hacienda, pero por más que lo intentaba no llegaba a una conclusión razonable. Unas horas después Santos se había presentado como su abogado defensor, tan solo por eso accedieron a que pasara a verla.

- Amor -dice Santos acercándose a las rejas observando que esta se encontraba bastante sumergida en la oscuridad, al oír la voz de Santos, Bárbara levanta la mirada y se incorpora de la cama para quedar frente a él.
- Hola - le dice sin mucho animo.
- Se que te sientes frustrada por lo que ocurrió, pero de algo puedes estar segura y es que yo te voy ayudar a recuperar tu hacienda Bárbara -replica Santos mirándola fijamente a los ojos transmitiéndole seguridad.
- Gracias - contesta forzando una sonrisa - Por más que trato de recordar no comprendo de donde saco mi firma en ese papel.
- Tu dijiste que tan solo habías platicado con él sobre reces...
- Espera un momento, ahora que lo pienso ese día Eduardo estaba bien sospechoso, incluso ya había hecho el contrato dizque para ahorrarme tiempo.
- Eso quiere decir que tal vez el te cambio el papel y te obligo a firmar algo de lo que tu no eras consiente.
- Puede ser - inquirió Bárbara aclarando sus pensamientos - Es más estoy segura que así fue, todo mientras nos encaminábamos al despacho ese día.
- ¿No había alguien con ustedes que nos pueda servir como testigo? - pregunta Santos con esperanza de ayudar a su amada.
- Si, David, pero no creo que sea de mucha ayuda; Eduardo y yo entramos solos al despacho para no ser interrumpidos. Confió en ti mi Santos, se que tu lograras quitarle la mascara a ese farsante.
- Por lo pronto tenemos que sacarte de aquí.
- Por supuesto, no me gusta para nada este maldito lugar - responde torciendo el gesto con fastidio.
- No debiste dispararle Bárbara - le dice con regaño.
- ¿Que más quería que hiciera?, ese imbécil me estafo y mírame aquí en este lugar por su culpa, no lo mate porque...no.
- Lo más seguro es que te dejen aquí unos 3 o 4 días por atentar contra la vida de un ciudadano, pero voy a tratar de sacarte cuanto antes para que reunamos evidencias.
- Te amo - murmura Bárbara con ternura.

- Yo te amo más mi amor - contesta santos acariciando su rostro para luego besarla con cariño.
- Doctor Luzardo se le acabo el tiempo - los interrumpe un guardia.
- Deme un segundo para despedirme - pide - Kimberly llamo.
- No puede ser... y yo aquí, no le digas que estoy presa.
- Claro que no, le dije que estabas atendiendo unos asuntos muy importantes de la hacienda; que le hablarías luego.
- Lo peor es que desde este calabozo no puedo hacer nada, solo te pido que me ayudes a recuperar la hacienda en lo que veo como me las ingenio para salir de aquí.
- Señor Luzardo es suficiente, salga de inmediato - insiste el guardia.
- ¡Ya voy!
- Si no te marchas ya te van a meter preso también eh - se ríe Bárbara.
- Al menos estaría junto a ti - sonríe.
- Cuídate ¿Quieres?, confío en ti - dice dándole un corto beso a la vez que el salia del lugar a regañadientes - Por algo dirán que lo que uno hace se devuelve...
- Doña - dice Melquiades entrando sigilosamente.
- Brujeador necesito que te lleves a Eustaquia para Altamira y no le pierdas la pista al desgraciado de Eduardo.
- Si usted quiere podríamos enviarlo al mismísimo infierno no es más que usted lo ordene.
- No es el momento, si lo hago ahora me quedaría presa toda mi vida...fue suficiente con el tiro que le metí en la pierna.
- Como usted diga doña.

- Lo único que si te puedo asegurar es que ese hombre esta jugando con fuego y muy pronto se va a quemar... - Melquiades sonríe con malicia al entender lo dicho por su patrona.
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- ¿Como esta Kimberly? - pregunta Santos tomando una taza de café.
"- Se quedo dormida esperando la llamada de su madre."
- Pobresita y más porque no podrá hablar con ella en varios días.
"- ¿Tan grave esta el asunto?"
- Demasiado tía, fíjate que resulto que el Eduardo Gutierrez vino a reclamar una hacienda que supuestamente era suya; dicha hacienda era nada más y nada menos que el miedo, pero todo lo consiguió embaucando a Bárbara y ya sabes que ella es bien impulsiva, no se aguanto y de la rabia le metió un tiro en una pierna por eso se la llevaron presa.
"- Jesús, María y José...están metidos en tremendo lió, por suerte Kimberly esta profundamente dormida."
- Necesito que la distraigan todo lo que sea posible para evitar que se entere o quiera regresar más pronto de lo esperado.
"- Haremos lo posible, pero creo que sera difícil negarle a su madre y si bien lo recuerdo el compromiso de que la niña se quedara era que Bárbara la llamara cada hora."
- Lo que más me preocupa es ella, esta bien lejos de Bárbara y ni siquiera podrá saber de su mamá.
"- Espero que puedas ayudarle a Bárbara, hablamos mañana - cuelga."

- Dios mio Bárbara...tengo que sacarte de allí, es una gran forma de demostrarte cuanto te amo y lo importante que es para mi tu bienestar - suspira Santos observando el negro cielo nublado.
...Al otro día...
- Pernalete - dice Bárbara levantando una ceja con desaprobación.
- Doña perdóneme, usted sabe que por mi no estaría aquí encerrada, pero es que ese desgraciado trajo guardias de San Fernando y yo no puedo hacer nada - se defiende.
- Me importa un comino que ese infeliz haya traído al mismísimo presidente para que me arrebatara lo que me pertenece o simplemente para que me metiera presa, tu me vas a sacar de aquí inmediatamente a más tardar al anochecer Pernalete, no creo que quieras que el gobernador se entere de tus patrañas - lo amenaza Bárbara.
- Doña le recuerdo que si yo caigo usted cae conmigo por ser cómplice y alentadora de todo eso de lo que habla.

- A mi no me amenaces ni mucho menos me manipules imbécil - le dice sacando un puñal de su bota acomodandoselo justamente en el cuello - Óyeme muy bien, no se como demonios lo vas hacer, pero me vas a sacar de aquí ya!
- Claro que si Doña - balbuceó temblando.
- Así me gusta Pernalete - se ríe Bárbara con satisfacción y descaro soltándolo; este sale huyendo al instante - Que cobarde es este tarado.
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- ¿Acaso mi madre esta enojada conmigo Cecilia? - murmura Kimberly con cierto desconsuelo.
- No tendría porque nena, Santos me explico anoche que ella no ah podido tomar el teléfono porque esta resolviendo unos problemas legales y allí no se puede hablar, estoy segura que muy pronto te llamara, solo ten un poco de paciencia y disfruta del viaje - sonríe Cecilia.
- ¿Y si le paso algo malo?
- Por Dios, las malas noticias son las primeras que llegan y por aquí no ha pasado nada malo, ya mejor deja de hacerte ideas negativas en la cabeza y bajemos a desayunar, ¿Te parece?
- Ni modo, pero hasta que mi madre no me hable no voy a estar tranquila; como dije ayer jamas me había separado de ella y ni siquiera tengo el consuelo de su voz - responde encaminándose a la salida.
- Despeja tu cabecita que ahora iremos a nadar en la mitad del mar, algo bastante relajante.
- Yo no quiero hacer nada - dice agachando la cabeza - solo quiero a mi mamá - solloza con lagrimas en sus ojos azules.
- Ay pequeña no llores - la abraza con ternura.

- ¡Por favor regresemos!, quiero estar con mi mamá - suplica.
- Tranquilízate ¿Quieres?, mira voy hablar con Santos a ver que podemos hacer, mientras baja a desayunar - le dice limpiándole las mejillas. La pequeña sale rápido del lugar.
"- ¿Bueno?"
- Santos, hola.
"- Tía, ¿Como va todo por allí?"
- Para serte sincera todo esta mal, Kimberly esta desecha y piensa que su mama esta enoja por no hablarle, incluso hace un momento estaba llorando desconsoladamente suplicándome que regresáramos al Arauca para ella ver a su madre.
"- No me digas eso - se lleva una mano a la frente."
- Santos yo no se que hacer, entiendo a la niña, esta bien pequeña para alejarse de su madre.
"- Mira tía no me conviene que se regresen por el hecho de que Bárbara esta presa, pero si la situación no cambia no podremos hacer nada y tendrían que devolverse."
- Voy a esperar un rato más a ver que sucede, ¿Pudiste averiguar algo?

"- No, justamente iba de salida a ver al tal Eduardo, necesito que me aclare muchas cosas."
- Entonces te deseo suerte y apurale que eso es lo primordial.
"- Gracias - cuelga."
Pasaron las horas, Bárbara aun seguía presa a la vez que Eduardo disfrutaba su triunfo. Santos con la ayuda de Mujiquita buscaba pruebas que le ayudaran a desenmascaran a ese cretino. Kimberly se encontraba destrozada.
- Cecilia por favor llévame a mi casa - pedía la pequeña mientras por sus mejillas se escurrían lagrimas, Cecilia miraba a Antonio como preguntándole que hacer.
- Mimi ven - le dice Antonio agachándose hasta su altura - dime nena, ¿De verdad lo que tu quieres es regresar?
- Si por favor, se que les estoy arruinando el viaje, pero yo necesito a mi mamá - contesta.
- Muy bien, no se diga más hoy mismo estamos devuelta en el progreso - sonríe abrazando a Kimberly.
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La tarde se paso volando, Bárbara aguardaba en la jefatura a que Pernalete terminara de ordenar el papeleo de su salida mientras Santos seguro del fraude hecho por Eduardo no espero más tiempo y se decidió por dejarle en claro muchas cosas.
- ¿Que quiere? - pregunta Eduardo observando que Santos venia llegando en su caballo.
- Vine a advertirle que lo mejor es que confiese la verdad respecto a esta hacienda, Bárbara tiene muchas influencias además no creo que le guste pasar un buen tiempo preso por estafa.
- Con que la mujer tiene muchas influencias, déjeme le cuento que yo tengo muchísimas más y podría hundirlos a ambos.
- ¡Que descarado es usted!, a mi no me venga con amenazas además ¿Con que motivo podría encerrarme? - pregunta Santos enojado.
- Quizás en estos momentos no tenga con que hacerlo, pero tenga por seguro que hasta un abogaducho de quinta como usted puede terminar preso así no haya cometido ningún crimen - replica alzando su tono de voz, Santos ofendido y sin contenerse le lanza un puño justo en el rostro tumbándolo al suelo por su pierna herida, pero este se levanta al instante con un poco de dificultad; le devuelve el golpe dando paso a una pelea con patadas, algo de sangre y ojos chispeantes hasta que el roce de una bala cerca de ellos les hizo separarse a observar que ocurría.







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