viernes, 3 de enero de 2014

Capitulo 1 "El origen"


Tiempo después de la muerte del sapo Bárbara había decidido permanecer en el Arauca, no tenía casó huir de su destino, por otro lado Santos y Marisela quisieron irse a la capital para que ella continuará con sus estudios mientras el ejercía su profesión como abogado, pero antes de marcharse Bárbara y Santos tuvieron un encuentro intimo del cual quizás se arrepintieron al día siguiente, sin embargo no pudieron resistirse a consumir su amor por ultima vez.
Los días fueron transcurriendo uno a uno lentamente dando paso a 3 meses.
Bárbara se encontraba cenando con uno de los ganaderos más importantes de la región quien había venido para proponerle un buen negocio.


- Y bien, ¿Que es eso que vino a plantearme? -pregunta Bárbara con cierto interés bebiendo un poco de agua.
- Cómo usted bien sabe doña la situación económica del Arauca está en sus peores épocas...- Bárbara observaba su plato con fastidio, pasando bocado resignada, lo cual no era habitual en ella aunque no se podría decir que fuera de buen apetito, pero la comida llanera era su preferida.
-Al grano - réplica ella llevándose una mano a la boca y levantándose de su asiento de un momento a otro en dirección al baño devolviendo todo lo que traía en el estómago.
Eustaquia asustada entra a la recámara para percatarse de que todo estuviera bien.
-Barbarita mija ¿Qué paso? - pregunta tocando la puerta a la vez que oía a Bárbara en una situación bastante incómoda.
-Eustaquia saca a ese hombre de la hacienda que esto va pa largo -grita ella desde adentro. Eustaquia lo despacha y el hombre molesto sale en su caballo esperando que luego Barbara mande a buscarlo para concretar lo iniciado. Después de un rato Eustaquia regresa a la recámara, pero Bárbara aún seguía allí con el estómago revuelto hasta que por fin salio del baño y se recostó en el marco de la puerta.
- Por Dios Bárbara mira esa cara estás más pálida de lo normal, no entiendo porque esas náuseas tan repentinas si tu nunca has sido una mujer enferma - le dice Eustaquia moviendo sus manos.
- Eso fue por andar comiendo porquerías en el pueblo - responde Bárbara acostándose en su cama para componerse.

- Que te he dicho, pero como eres tan terca y nunca quieres tomar en cuenta consejos de esta vieja... Ahí tienes - replica con regaño.
- Ay ya vieja, deja el sermón y más bien porque no me traes un té con esas hojas medicinales pa ver si me compongo - contesta cerrando los ojos.
- Ya te lo traigo Barbarita - sale Eustaquia.

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- Ya viste que la Doña esta enferma - dice León tomando de su botella de ron.
- Si, incluso hizo que Eustaquia echara a ese hombre y buen negocio el que le pensaba proponer - responde Tigre.


- Bien raro esta esto Tigre - se pasa la mano por la barbilla - ¿No sera que la Doña esta preñada?
- Yo si creo como la muy perra se ha metido con todos los hombres del Arauca - se ríe.
- Hasta hijo de Melquiades podría ser - se burla León.
- Dejémonos de cuentos, fue el doctorcito quien la dejo panzona y se metió con la hija- Melquiades silba haciéndolos callar.
- Mejor cierren esas bocas, recuerden que la Doña tiene oidos hasta en las paredes - les dice frunciendo el ceño, sacando su navaja.
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Al otro día Bárbara se levanta temprano como de costumbre para iniciar con las labores de la hacienda, pero antes se da un baño y se viste.
- Te sirvo el desayuno? -pregunta Eustaquia.
- Ay ni se te ocurra todavía ando mal del estómago y no tengo ganas de comer -contesta tomando su fuete saliendo a las caballerizas para montar un rato. Estaba apunto de subirse a su caballo cuando de repente todo se le nubló y el mundo le daba vueltas hasta que se desmayó. León la cargo dejándola en su habitación mientras Eustaquia mandaba a Tigre por Arias, por supuesto Bárbara se iba a negar, todos sabían que ella detestaba que la revisarán, pero esta vez no tuvieron en cuenta su opinión.
Arias llego y Bárbara ya estaba recuperando el conocimiento gracias a Eustaquia que se había encargado de pasarle un poco de alcohol en un algodón por la nariz.
- Ni se atreva a tocarme un pelo Doctor - dice ella viéndolo en la puerta.
- Doña déjeme checarla ya que estoy aquí, no vaya a ser algo grave.
- Pues lástima haberle hecho perder el viaje, pero no quiero que me revisen - réplica levantándose, pero los mareos no le permiten mantenerse en pie.

- Bárbara no seas terca mírate como estas! - dice Eustaquia ayudándola a recostarse de nuevo. Sin querer escuchan un pájaro cantar, eso no era muy común por esas tierras - Un alcaraván...
- Que tiene de particular un pajarraco de esos, es más ese maldito canto me molesta - contesta Bárbara dejándose revisar por Arias.
- En mis tiempos decían que cuando un alcaraván cantaba era porque una mujer estaba preñada.
- No me digas que tu andas creyendo esos cuentos vieja - le dice de mala gana.
- Creo tanto como no lo hago, cuando yo me embarace de mis 3 hijos nunca falló.
- Ay no estés molestando más bien doctor dígame de una vez que tengo pa que se devuelva.
- No lo se doña, si me permite quisiera tomarle unas muestras de sangre para realizar unos análisis y así le doy un diagnóstico acertado - responde el doctor sacando una aguja.
- Bueno pues apúrele que yo no tengo toda la vida, en la tarde paso por esos análisis - réplica extendiendo su brazo. El doctor se regresa al pueblo en compañía de los Mondragón.
- ¿Y ahora que? ¿Por qué me miras así? - le pregunta Bárbara a Eustaquia.

- Bárbara no será que tu estas embarazada - Bárbara no puede evitar soltar la carcajada.
- Si que eres cómica, ¿Yo embarazada? ¿De quien? Ni qué fuera del Espíritu Santo.
- Pues de Santos Luzardo mija.
- Vieja por favor no se haga ideas que no son, yo no tengo más que una simple intoxicación eso es todo.
- Luego no me salgas con que traes un niño ahí - responde saliendo de la recámara.
- ¿Un hijo? Tengo qué ser muy ilusa, que buen chiste...

Ya en la tarde el doctor Arias regresa con un sobré en la mano.
- Que espera doctor dígame de una vez que es lo que tengo - dice Bárbara impaciente cruzada de brazos.
- Doña la prueba salió positiva - Bárbara lo mira incrédula - efectivamente usted esta embarazada. Esa noticia le cayó como baldé de agua helada, a pesar de que se lo habían advertido eso era una sorpresa para ella.
- Esta hablando en serio doctor, no juegue conmigo -responde Bárbara sin creer.
- Claro que sí Doña, ahora tan sólo le pido reposo absoluto, que se alimente bien y tome algunas vitaminas, ah se me olvidaba nada de disgustos.
- No se preocupe doctor yo le sigo las indicaciones - dice un poco distraída.
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...En la capital...
- Santos...
- Dime mi sol - responde Santos tomando un café.
- ¿No te gustaría tener un hijo? - pregunta Marisela colgándose de su cuello.
- Pues no se... a mi me encantan los niños, pero ¿No crees que es muy pronto para pensar en hijos?
- Tienes razón, primero tenemos que casarnos y formar un hogar estable para ellos.
- Exacto, además tu estarás ocupada con los estudios y si quedas embarazada tendrías que dejarlos para dedicarte a ellos y sabes que deseo antes que todo que seas una persona grande - le sonríe dándole sus explicaciones.
- Pero si nos vamos a casar ¿Verdad? 
- Claro que nos vamos a casar, tan solo demole tiempo al tiempo que del afán solo queda el cansancio mi sol.
- Es verdad - mira su reloj - Me voy que se me hace tarde mi amor - lo besa y sale del departamento.

- Un bebé... creo que no estoy preparado para ser padre luego de haber perdido ya un hijo con Bárbara - dice para si mismo - ¿Que seria de ese bebé si estuviera aquí?...A pesar de todo Bárbara hubiera sido una buena madre para él, se perfectamente que ella me amo demasiado, anhelaba ese niño con su alma y yo la am... - pensaba - Dios que estoy diciendo, no debo volver a caer en lo mismo.
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- Ya se fue el doctor.
- ¿Si oíste lo que me dijo vieja?
- Si, pero eso ya lo sabía - dice Eustaquia - Supongo que el padre es el doctor Santos.
- Claro que no, podría ser cualquier otro - contesta divertida.
- Si yo te conozco como la palma de mi mano, a quien quieres mentirle mija sabemos que el padre de esa criatura es Santos Luzardo.
- Si ya sabes pa que preguntas - replica de buen humor.
¿Cuándo se lo vas a decir?

- No le pienso avisar por algo nos dejo abandonados a su hijo y a mi, así que sufra - responde Bárbara acariciando su vientre.
- Pero el tiene derecho, es el padre de la criatura.
- Ni se te ocurra escribirle Eustaquia - le advierte Bárbara.
- ¿Tengo opción? 
- No, quiero estar sola... ya oíste al doctor necesito descansar - Eustaquia entendiendo la indirecta sale del cuarto.
...Algunos meses más tarde...
- Hola mi amor - decía Bárbara tocando su vientre ya con 7 meses - Eres una nena muy inquieta, pero sabes te amo tanto... últimamente estuve soñando en como serán tus ojos, tu boca y ojala tengas mi carácter, pero que seas igual de buena a tu papá - reía - tu papá es un hombre muy apuesto, aunque no sabe de tu existencia estoy segura que te amaría demasiado porque eres el fruto del amor que antes nos teníamos - una lagrima roda por su mejilla inocentemente.

- No llores mija que eso se lo transmites a la niña - le dice Eustaquia entrando con la bandeja de la cena.
- Ay vieja, me duele que mi hija no pueda tener un padre - contesta limpiándose la cara y acercándose al buro en busca de un puro.
- Presta pa acá - le arrebata la caja de tabacos - Estas loca mujer, nada de andar fumando cochinadas mientras estés así, aun no entendiendo como te has aguantado tanto.
- Pues porque tengo un motivo demasiado importante - sonríe probando su cena - Traigo un hambre vieja...
- Cuando no.
- Es que esta muchachita es bien golosa, a cada rato anda pidiendo comida... en algo tenias que parecerte a tu papá ¿Verdad mi niña? 
- El embarazo te tiene blandita y mansa, es que veo en ti esa Barbarita que antes fuiste.
- Tu y ella son lo único que me queda, por lo menos en lo que queda del embarazo no quiero ser esa Doña a la que todos le temen.
Lo que faltaba del embarazo Bárbara lo vivió tranquila, evitando sus disgustos, pero no faltaba el momento en que gritaba como de costumbre. Llegó el día más esperado tanto por Bárbara como por Eustaquia.
- ¡Viejaaa! - gritaba Bárbara y sudando por las contracciones. 
- Cálmate Bárbarita, no grites que ya casi terminamos - decía Eustaquia en medio del parto, Bárbara había decidido tener a su hija en el miedo como lo hizo con Marisela ya que odiaba cualquier cosa que tuviera que ver con doctores, pero Eustaquia por supuesto la ayudo. Luego de una hora se escucha el llanto de un niño provocando lagrimas de felicidad en la madre.

- Mi niña - dice Bárbara mientras le acercan a la pequeña recién nacida - Mírate eres una ternurita mi amor igualita a tu papá - le acariciaba suavemente el rostro.
- Ay Bárbara eso son puras ganas de que se parezcan eso se determina meses después, lo único es que saco tus ojos azules.
- Pero esta hermosa ¿No crees vieja?
- Esta preciosa - Bárbara se la paso contemplando a su hija con una ternura que hace bastante tiempo no se reflejaba en su rostro, incluso hasta le cantaba para arrullarla.
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...10 años después...
Bárbara tuvo a su niña sana y fuerte a la que le puso por nombre Kimberly, la crió con amor y dedicación, nunca le hizo falta algo menos su padre del cual no sabía nada, Bárbara no le quiso decir quien era él. Por el pueblo volaba el rumor de los posibles padres de la niña, pero jamás se supo quien era el verdadero.
Santos había decidido volver al Arauca, su relación con Marisela no dio resultado, pero cortaron en buenos términos. Cuando llego a su hacienda le hicieron tremenda fiesta.
...Al día siguiente en el miedo...
- Mami voy a salir a montar, vuelvo al rato... - decía Kimberly de tan sólo 10 años.
- ¿Con permiso de quien señorita? - contesta Bárbara frente a ella.

- Pues... Mamita linda yo te quiero mucho entonces me vas a dejar ¿Verdad?
- Mocosa a mi ni me manipules, pero esta bien yo te alcanzo en la poza de los suspiros - dice dándole un beso en la frente - ten cuidado, ya sabes nada de irte con gente extraña Kimberly.
- Si señora, eso ya lo tengo claro - responde saliendo en su caballo por el llano. Ya andaba merodeando terrenos altamiranos cuando su caballo de repente se asusto y se paró en 2 patas tirando a Kimberly al suelo. Santos venía en la camioneta y al ver esto se bajó de inmediato a auxiliarla.
- ¿Estas bien? - pregunta el fijándose en sus ojos azules.
- Si, gracias.
- Te ayudo a levantarte - dice tomándola de la mano.
-Auch!! - se queja ella cayendo al suelo de nuevo - creo que me dañe el tobillo - contesta sobándose.
- No soy médico, pero creo que tienes razón ¿Cómo te llamas?
- Kimberly.

- Bueno Kimberly yo soy Santos Luzardo, mi hacienda queda muy cerca si quieres te puedo llevar en la camioneta para que mi tía te cure esas heridas - le dice con una amplia sonrisa en la cara.
- Mi madre me tiene prohibido irme con extraños, pero si le soy sincera su nombre lo mantengo escuchando en mi casa...entonces pues no creo que usted sea un extraño así que me voy con usted..
- Muy bien, aunque es raro que me nombren en tu casa - dice él tomándola en brazos.
- ¿Y que hacemos con Capricho? - pregunta ella ya en la camioneta, ese nombré hizo que de inmediato Santos pensara en Bárbara.
-¿Capricho? ¿Por qué elegiste ese nombre? - pregunta con curiosidad.
- Simplemente es muy hermoso - responde ella mientras llegan a Altamira, ya allí...
- Pajarote en medio de la sábana como por la poza hay un caballo tráelo - ordena Santos cargando a Kimberly.

- Hola pájarote - sonríe ella.
- Niña Kimberly ¿Como esta?
- Por favor cuídame a capricho ¿Si? - le dice con ternura.
- Claro que sí niña no se preocupe.
Santos entra con la nena en brazos y llama a su tía para que le ayude.
- ¿Kimberly? ¿Qué haces aquí? Tu mama te va a matar - le dice Cecilia viéndola en brazos de Santos entrando a la sala.
- Me caí del caballo Cecilia y no puedo caminar - señala su tobillo.
- Lo tienes bastante inflamado, será mejor vendarlo.
- Lo que tu digas - sonríe Kimberly.
- Bueno yo las dejo, ahorita hablamos Kimberly - dice Santos caminando hacia el despacho.
- Creo que a Bárbara no le va a gustar que estés aquí...
- Tienes razón, pero no tengo más opción yo no me puedo ir así, estoy segura que lo va a entender - responde la pequeña inocentemente ajena a el porque su madre no le gustaría encontrarla allí.
- ¿Puedo hacerte una pregunta?

- Si.
- ¿Quien es tu padre? - pregunta pensando que es Santos, pero nunca tuvo la certeza de que fuera cierto.
- Esa pregunta es mejor que se la haga a mi madre, yo no sabría contestarle ya ve usted que no se quien es.
La noche cubrió el Arauca rápidamente, a Bárbara se la estaban comiendo los nervios mientras que su hija se encontraba platicando cómodamente con Cecilia en Altamira.
- Maldita sea ¿Dónde carajos se metió esa escuincla? - dice Bárbara desesperada al ver que su hija no aparecía - Mondragones, Melquiades salgan a buscarla pero ya - les ordena.
- Vieja, ¿Y si le paso algo malo?
- Bárbara tranquilízate. 
- No puedo! Siento que se me va a salir el corazón, tengo miedo por ella.
- Quédate calmada que ella va aparecer.

- ¿Calmada? No lo creo parece que no me conocieras... - dice saliendo como alma que lleva el diablo en su caballo en busca de su hija.
- ¿Ya te sientes mejor Kimberly? - pregunta Santos acercándose.
- Aún me duele el tobillo, pero tu tía tiene unas manos que curan a cualquiera.
- Eso es cierto! ¿Quieres que te confiese algo?
- Claro - sonríe ella.

- Te pareces mucho a una mujer que yo ame con mi vida entera - dice Santos pensando en Bárbara.
-¿En serio? Mucha gente me dice que soy igual a mi madre, pero yo no lo creo.
- ¿Quien es tu madre?
- Yo - contesta Bárbara entrando a la hacienda mientras Santos sin poder asimilarlo la mira de pies a cabeza atónito, estaba más bella que nunca, en ese momento muchos sentimientos volvieron a latir.

4 comentarios:

  1. Que bueno!! Me encanta, ya quiero ver que le dice la Doña a Santos ahora jajajajaj

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  2. por favor puedes terminar la historia esta muy buena

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  3. Yo simplismente amei. Me gusto. Eres increible. Esta web esta wow muy buena

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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