sábado, 11 de enero de 2014

Capitulo 5 "Sospechas"


- Sígueme la corriente...- rogó besándolo mientras Santos muy molesto los observaba, sentía que le hervía la sangre, Bárbara era solo suya y no quería que alguien más se atreviera a tocarla, el solo hecho de presenciar aquella escena le provocaba moler a golpes a David y sin pender tiempo se bajó de un salto encaminándose a ellos haciéndolos separarse mientras le encajaba un puñetazo a David directo en el rostro, este ajeno a lo que sucedía se levanto del suelo mirando a Bárbara pidiendo una explicación quien le suplicaba que improvisara.
- ¿¡Con que derecho vienes a besar a mi mujer imbécil!? - exclamó Santos saliendose de sus cabales, completamente molesto y a la vez muerto de los celos.
- Con el derecho que me da Bárbara - repuso David siguiendo el juego, Santos se gira para mirar a Bárbara.

- ¿Que demonios es esto Bárbara? - dice tomándola de los hombros agitándola un poco frunciendo el cejo.
- Doctor me espanta usted, ¿Donde quedo el Santos Luzardo civilizado que no aprueba la violencia? 
- No juegues con mi paciencia Bárbara Güaimaran - protesta soltándola.
- Usted como que no quiere aceptar que ya no es importante en la vida de Bárbara ahora yo ocupo su lugar, además usted mismo sabe que tenemos una hija - sentencia para disgusto de Santos quien se lleva las manos a la cara y sin pronunciar palabra se aleja del miedo despavorido. Bárbara suspira de alivio y mira a David con cara de culpa por su labio sangrante.
- Perdón...- pide la castaña.
- Creo que me debes una buena explicación.
- Es lo menos que puedo hacer por ti, vamos a dentro para limpiarte el labio y allí te explico todo - le dice, este asiente con la cabeza y ambos se dirigen al interior de la hacienda.
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- Mariposa aun no comprendo porque me interrumpiste ayer y no dejaste que terminara mi frase en la cena - comentó Antonio en lo que bebía un vaso de limonada fría para el calor sofocante de ese día.
- Mi amor fue solo tu impresión - balbuceó Cecilia un poco nerviosa porque su marido acaba de tocar un tema prohibido.

- Se muy bien lo que vi y oí, tanto tú como Bárbara se traían algo frente al comportamiento de Kimberly y te consta...¿Que es lo que esta pasando?
- Mira tienes razón ella y yo teníamos un comportamiento extraño anoche - admite - pero no te puedo decir el motivo...si lo hago faltaría a mi palabra de callar.
- A mi no tienes porque ocultarme nada mi mariposa, ¿Que no quedamos en eso el día en que nos casamos?
- Antonio no me hagas esto, no me pongas entre la espada y la pared.
- Cecilia se que tu viste lo mismo que yo, Kimberly estaba haciendo exactamente lo mismo que Santos con las tostadas y ambos ni se percataban...estoy seguro que esa niña tiene mucho que ver con él aunque Bárbara nunca haya dicho algo al respecto.
- Una cosa es que creas y otra es que sea verdad, te pido que no andes diciéndole a Santos especulaciones que posiblemente no son ciertas, ¿No te has puesto a pensar que si fuera su hija Bárbara se lo hubiera dicho hace tiempo para atarlo a ella? - repuso Cecilia fingiendo no saber sobre el tema.
- Precisamente eso es lo que no me cuadra, yo necesito aclarar muchas cosas mariposa hablamos luego - dice saliendo directo a Altamira.
- Hijo de tigre sale rayado...
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...En Altamira...

- "No eres importante en la vida de Bárbara" ¡Estupido! - inquirió Santos arrojando todos los papeles que se encontraban en su mesa al piso - Y ella que no lo contradecía...Dios malditas situaciones desesperantes, Bárbara ¿Por qué me haces esto?
- ¿Puedo pasar? - pregunta Antonio tocando la puerta del despacho.
- Entra - dice Santos dejándose caer en la silla con un gesto de angustia y desesperación.
- ¿Por qué tantos gritos y este desorden?
- No tiene caso hablar de eso...
- En fin, vine a comentarte algo que estuve pensando mucho, pero que aun no me cuadra... recuerdas que anoche dije algo, pero fui callado por Cecilia.
- Si.
- Bueno lo que yo quería expresar era que tanto tu como la pequeña Kimberly estaba haciendo lo mismo y ni siquiera se habían dado cuenta de ello.
- ¿El punto es? - dice sin prestar mucha atención.
- El punto es que quizá esa niña sea tu hija, pero lo que no entiendo es porque Bárbara no te lo habría dicho antes si tenia una loca atención por ti.
- Ay Antonio, esa niña no es mi hija por es simple hecho de que el padre de ella esta justamente en el miedo en estos momentos - murmuro Santos de mala gana.
- Eso si que es raro, no te dije alguna vez que Bárbara jamás retomo su vida amorosa con alguien...
- Pues si, pero ahí esta yo mismo acabo de verlo con Bárbara y me restregó en la cara que era el amor de ella, un pretencioso nada más.
- ¿Estas celoso?
- Yo no celo a nadie.
- Ja Santos tu no te crees eso.
- Esta bien si lo estoy, Antonio no puedo más yo quiero a Bárbara conmigo no con ese infeliz que no se merece su amor.
- No te has puesto a pensar que si Kimberly resulta siendo tu hija podrías estar más cerca de Bárbara para brindarle una familia a la pequeña.
- No lo había considerado, pero serviría.
- Hazle una de esas pruebas raras pa identificar de quien es el hijo.
- Una prueba de ADN...el dilema es que Bárbara acepte ya sabes lo terca que es.
- Tendría que hacerlo, por algo dicen el que nada debe nada teme.
- ¡Gracias Antonio! me diste la solución a mis problemas - responde incorporándose de su asiento para salir de la hacienda.
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- Esa es mi historia - aclaro Bárbara - además Santos Luzardo es el hombre del que te estaba hablando hace un rato, él es el causante de mis desgracias y el padre de mi hija, solo que no esta enterado de eso y espero que nunca lo sepa, además de eso viene detrás mio, pero me tiene harta...te juro que hace un buen rato le hubiera metido un tiro si no fuera porque lo aprecio - agrego.
- ¿Lo aprecias o lo amas?

- A que quieres llegar...
- Es obvio que amas a ese hombre, por algo todo el teatro que montaste afuera.
- ¡Porque todo el mundo se empeña en decirme lo mismo!
- Bárbara tengo que hablar contigo a solas - sentencia Santos entrando como si nada.
- Lo que tengas que decir lo puedes decir aquí, no pienso hablar contigo a solas, es un peligro exponerse a tanto.
- Si así lo quieres...quiero hacerme una prueba de ADN con Kimberly - Bárbara se puso de todos los colores con aquella petición, jamas se le ocurrió que Santos pudiera llegar a pedirle eso.
- Es terco doctor - suspiro Bárbara - cuantas veces le he dicho que ella no es su hija, pero si eso es lo que desea muy bien no hay ningún problema de todos modos la prueba saldrá negativa.
- Claro que saldrá negativa, ¡es mi hija! - repuso David metiéndose en la conversación.
- Eso ya lo veremos, sabes que tenemos que viajar a la capital ¿No?
- Por supuesto, pero no te voy a dejar hacerlo solo con Kimberly.
- Lo supuse así que te compre un boleto también, salimos mañana temprano.
- No necesito caridades de nadie, yo le daré el dinero mañana y la próxima vez por lo menos pregunte si se tiene tiempo, es un descaro que disponga de mi tiempo como si nada - le dice Bárbara cruzada de brazos con una ceja arqueada.
- Perdone usted, pero tengo prisa... nos vemos mañana - dice dejando la hacienda.
- ¿Que vas hacer? - pregunta David sintiendo la presión que traía Bárbara en los hombros.
- No lo se, pero algo se me va a ocurrir, no voy a dejar que Santos Luzardo se salga con la suya - replico Bárbara.
- Doña perdone que la interrumpa afuera hay un hombre que la esta buscando - le dice León.
- Ya salgo - contesta - Vuelvo en un segundo o quieres acompañarme a ver que es.
- Te acompaño - sonríe David.
- Buenas tardes Doña, ¿Se acuerda de mi? - pregunta Eduardo quitándose el sombrero para sorpresa de David.
- Como olvidarlo hace 10 años que no tenia noticias suyas.

- Usted nunca mando a alguien para concretar nuestro negocio luego de esa noche.
- Perdóneme, no me quedo tiempo - comentó Bárbara.
- Bueno, pero ya estoy aquí y quisiera que me vendiera algunas cabezas de ganado que necesito urgentemente - David extrañado por lo que decía Eduardo prefirió callar, no sabia a que se refería.
- Claro.
- Le ahorre el trabajo de que hiciera el contrato y aquí lo traigo, si desea puede revisarlo, ahí mismo esta la cantidad de dinero acordada la ultima vez - dice entregándole un documento.
- Parece que el documento esta bien redactado, pasemos a mi despacho para firmar - contesta conduciéndolo al lugar, allí firman los papeles y este sale dichoso.
Llego la noche y Bárbara no puedo pegar el ojo tratando de pensar que iba hacer con la dichosa prueba que le había exigido Santos, el otro tenia la ilusión de que todo saliera como deseaba, le agradaba la idea de que la pequeña fuera su primogénita y más si era hija de Bárbara, anteriormente quizás jamas hubiera querido que todo fuera así pensando que Bárbara seria una mala madre para sus hijos como lo había sido con Marisela. Kimberly estaba muy emocionada por conocer la capital, su madre no le había dicho el verdadero motivo por el cual harían el viaje, no quería que sospechara algo, sin embargo la pequeña no podía parar de sonreír aunque lo hacia también por Bárbara y el viaje con "Santos".
Bárbara se levanto antes de que despuntara el alba, estaba inquieta, ya había decidido que el brujeador los acompañaría en caso de que necesitara de su auxilio. Llegaron como a eso del medio día y Santos de inmediato hizo que fueran al hospital.
- Tenemos que sobornar a la enfermera encargada de la prueba Melquiades, pero sin que Santos se entere.
- Doña aquí las cosas son complicadas, podrían llevarla a la cárcel por ofrecerle dinero.
- Todos tienen un precio y más una enfermera que por dinero haría lo que fuera.
- Tenga cuidado.

- Mira este dinero, creo que es suficiente para que la sobornes, yo no puedo hacerlo porque por supuesto Santos Luzardo tendrá sus ojos encima de mi para prevenir que haga esto precisamente - indica entregándole algo dinero.
- Mami yo no quiero que me saquen sangre, sabes que odio las agujas - murmura la pequeña aferrándose a los brazos de Bárbara.
- No te preocupes mi niña, solo sera una cosita pequeña además es por unos exámenes de rutina para checar que todo este bien, si quieres cuando salgamos de aquí te llevo a comerte un helado de chocolate que tanto te gusta - le sonríe Bárbara haciéndole señas a Melquiades para que actué
- Esta bien, pero ¿Podríamos viajar a la playa?
- Tu si que me sales cara, pero nada más lo haré por complacerte.
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Por suerte todo salio bien en beneficio de Bárbara, Santos le había comentado que Cecilia y Antonio se les unirían al otro día en la playa, ella estaba incomoda con la presencia de Santos, pero no le quedaba de otra más que resignarse y así fue ellos 3 se marcharon a la playa luego de salir del hospital, en cuanto al brujeador, él decidió devolverse para el Arauca no quería entrometerse. Les dio la noche entre tanto y en el hotel donde se estaban hospedando les invitaron a un baile.
- Mami por favor, yo quiero ir - suplicaba la pequeña mientras su madre se negaba.
- Kimberly por Dios, me vas a enloquecer.
- Solo accede, ya estamos aquí.
- Muy bien, pero solo un rato - advirtió la castaña de mala gana.
- Te vas a poner guapísima ¿Verdad?
- ¿Tengo opción?
- No, ándale ve y deslumbra a todos esos hombres.
Ambas bajaron al salón predestinado para el baile y se sentaron allí para disfrutar del ambiente en lo que llegaban más personas. 

- Dios mio ¿Como me haces esto? se supone que debo tener fuerza de voluntad y la vistes así - susurra para si mismo entrando por la puerta fijándose en como estaba arreglada Bárbara, se había calado un vestido azul de seda que dejaba ver muy bien su esbelto cuerpo, su cabello bien cepillado suelto en cascada algo que amaba Santos de ella y traía en aroma de un perfume francés bastante peculiar, lo había comprando en la capital - No es de Dios - Santos se mantuvo alejado hasta que varias parejas comenzaron a bailar, al principio no quería, pero sin más se acerco a Bárbara y la pequeña - Bárbara ¿Bailarías conmigo?
- No muchas gracias - exclamó Bárbara mirando hacia otro lugar.
- Mami - replica la pequeña arrastrándola hacia atrás - tienes que bailar con él, no has visto esos ojos que pone cuando te ve, es que se le iluminan.
- ¿En serio?
- Si, además tu no te quedas atrás, yo te he visto que te pones nerviosa y le das unas miradas discretas que dicen muchas cosas.
- Escuincla...
- Ya mami no digas nada y ve a bailar con el guapote - sonríe la pequeña regresando con su madre junto a Santos - doctor que si va a bailar con usted, yo me voy a dormir ya porque estoy bien cansada, pero me la cuida.
- Claro que te la cuido, descansa.
- Mimi nada de trasnocharse - dice Bárbara dándole un beso en la frente para luego aceptar la mano extendida de Santos.
- ¿A que le temes Bárbara Güaimaran? - pregunta tomándola de la cintura esperando la pieza de baile.
- A mi misma - comienza a sonar la canción, una melodía conocida para ambos, no podían evitar que sus bocas esbozaran una sonrisa y dejándose llevar siguieron el ritmo de la canción.

" Tuviste el calor de sus brazos
la promesa de amor con que te entregas,
pero la suerte se ensaño contigo y 
te dejo con el alma echa pedazos...
Tu corazón quedó herido y sin perdón
ya no sabe como amar, como piedra
endureció...
Hoy el amor despierta entre tus brazos,
oye de nuevo tu canción, abre la puerta
déjalo entrar, tu puedes darle una oportunidad...
Hoy la pasión se enciende en tu regazó,
baila de nuevo tu canción, abre los ojos
de tu corazón, vuelve a entregarte por amor...
Hoy la pasión se enciende en tu regazó,
baila de nuevo tu canción, abre los ojos
de tu corazón, vuelve a entregarte por amor, amor..."


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