Bárbara abría la puerta cuidadosamente tratando de no delatarse ante su hija, pero la pequeña ya se había percatado de su llegada.
- ¿Donde estabas mami? - pregunto Kimberly fingiendo inocencia esperando la respuesta de su madre quien palideció a la vez que se mordía el labio, no sabia como explicarle a su hija de donde venia y el motivo por el cual llegaba a esas horas.
- Hola mi niña, estaba dando un paseo por la playa - balbucea sonriendo con nerviosismo.
- ¿Con el vestido de la fiesta? - inquirió negando con la cabeza.
- Ah es que...me quede dormida con el vestido y ya me levante a caminar; ni tiempo para bañarme tuve, sabes que me encanta esa brisa mañanera y como no estamos en la hacienda para montar quise salir antes de que te despertaras - repuso Bárbara quitándose sus tacones evadiendo la mirada acusadora de su hija.
- Que interesante, ¿Como te fue anoche con el doctor?
- Bien en lo que cabe, todo tranquilo.
- De maravilla diría yo - corrigió Kimberly en voz baja para no ser escuchada por su madre.
- ¿Que dices? - dice Bárbara arqueando una ceja y miro a Kimberly con fingida desaprobación.
- No nada - responde encaminándose al baño para excusarse - que me voy a bañar para que bajemos a tomar el desayuno y podamos irnos al mar.
- Mmm esta bien - contesto no muy satisfecha con la situación tan penosa porque la que acaba de pasar; no le gustaba mentirle a su hija, aunque eso ya lo había hecho; una mentira que le causaba mucho daño a quienes la rodeaban.
Bárbara se dio un baño sin prisa, sin importarle lo que ocurriera afuera del lugar, ese momento era para ella misma; no podía evitar sonreír luego de esa noche tan maravillosa que había compartido con el amor de su vida, ella sabia que le seria difícil fingir esa alegría que traía adentro, pero le daba miedo la reacción de Kimberly ante los hechos, lo que si tenia claro era que no debía pasar mucho tiempo antes de contarle su romance con Santos a su hija; sin embargo, aun no pensaba en comentar sobre la paternidad de su hija.
Se calo un vestido blanco bastante fresco para el lugar, se cepillo su cabello en el tocador al principio deseando hacerse una trenza, pero al final decidió dejarlo suelto a merced del viento.
Como a eso de las 8 a.m bajaron a desayunar, Bárbara observo que Santos les apartaba una mesa justo al frente del balcón que daba vista al mar, algo hermoso ha decir verdad; sus miradas se cruzaron y una leve sonrisa se reflejaba en sus rostros.
- Buenos días Santos Luzardo - dice Bárbara tomando asiento mientras Kimberly los observaba con cierta picardía.
- Buenos días Doña, ¿Que van a desayunar?
- Yo solo quiero café - contesta Bárbara.
- ¿Y tu nena?
- No lo se, voy a ver en aquellos estantes - replica alejándose de la mesa.
- Ven acá dame un beso - pide Santos.
- No como crees, Kimberly esta cerca; podría vernos - murmura Bárbara mirando a su alrededor.
- Por favor, muero por probar tus labios antes del desayuno - continua Santos corriendo su asiento junto a Bárbara.
- Ya te di mis razones, no insistas.
- No se dará cuenta - Barbara suspira y se lleva las manos a la cara.
- Eres terco, pero uno cortico no vaya a pasar algo malo - le dice Bárbara acercándose a sus labios depositando un beso con ternura.
- Me voy por un segundo y los encuentro en estas, porque no se aguantan par de tortolitos - exclamó Kimberly a la vez que las mejillas de Bárbara se teñían de rosa por la vergüenza, ambos se miraron sin saber que contestar.
- Mimi no se como explicarte lo que acabas de ver... - dijo Bárbara incomoda.
- No tienes nada que explicarme mami, comprendo todo lo que ocurrió; incluso esta mañana cuando te pregunte donde estabas ya sabia la respuesta, lo único que puedo decirles es que me agrada que estén juntos y no disimulen el amor que sienten porque es lo más bello que existe - contesta la pequeña dejando asombrados a Bárbara y Santos que solo se limitaron a observarla - ¿Por qué me miran así? ¿Traigo monos en la cara?
- Jamas pensé que lo tomaras tan bien y mucho menos que te expresaras de el amor en esa forma, tu estas muy pequeña por eso nos quedamos atónitos con lo que dijiste - le dice Bárbara abrazándola - Gracias.
- Puedo ser pequeña, pero los libros ayudan mucho - sonríe Kimberly - Nada más exijo que la ames mucho Santos.
- Por eso no hay problema nena, a tu madre la amo con mi vida entera - asintió Santos.
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...Jefatura Civil...
- Coronel Pernalete eh venido para que me legalice este documento - pide Eduardo entrando en la jefatura, entregando los papeles al coronel.
- Pero esto es imposible, ¿No sera falso?
- Como se le ocurre, ahí abajo esta muy claro que es verdadero, si desea puede verificar la firma.
- Es muy extraño que haya accedido a esto, algo aquí no me cuadra - dice Pernalete rascándose la barbilla - Mujiquita compruebeme si esto no es falso.
- Si coronel - responde Mujiquita buscando un documento entre los archivos antiguos.
- Coronel es evidente lo que dice allí, pero en realidad vengo a exigir que me entreguen lo prometido en el contrato ya que se recibió el dinero y todo esta finiquitado.
- Si el documento es real tendrá que esperar hasta que el propietario regrese, antes no podemos actuar.
- Coronel, el hombre tiene razón la firma adjudicada no es falsa.
- Simplemente yo no me puedo creer lo que dice ahí.
- Es necesario que envié un telegrama pidiendo que el propietario vuelva de inmediato a entregar lo que me pertenece.
- Yo no voy hacer lo que usted me esta ordenando, ¿Quien se cree?
- Ah no, muy bien lo pido en la gobernación - responde Eduardo molesto saliendo del lugar.
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- ¡Santos! - exclamó Cecilia abrazándolo - ¿Como estas?
- Muy bien tía, ¿Como les fue en el viaje?
- Bueno en lo que cabe bien, lo único fue que Antonio le tiene miedo a las alturas y venia mal en el vuelo.
- No Santos es que eso se movía de un lado al otro y sentía que íbamos a caer al agua para morir - dice Antonio en su defensa.
- Pero los aviones en su mayoría son muy seguros, no hay nada que temer - inquirió Santos.
- Tu mismo lo dijiste en su mayoría, podríamos nosotros ser los desdichados con el avión que este en mal estado, yo no me vuelvo a trepar en una cosa de esas.
- Es que eres pesimista por Dios - dice Santos abrazando a Bárbara por la cintura.
- Emm ustedes dos...
- Si Antonio, el viaje nos acerco más de lo que pensábamos.
- Me alegra mucho por ustedes - les felicita Cecilia - se lo merecían hace tiempo.
- Ya estamos aquí, yo quiero meterme al mar y disfrutar porque esto no se repite - dice Antonio.
- Nosotros nos vamos con Toñito y Kimberly a dar un paseo en barco, ustedes nos alcanzan luego para que tengan tiempo de platicar - propone Cecilia guiñándoles el ojo.
- Excelente idea tía.
- Te encargo a mi hija Cecilia, se que estará en buenas manos - sonríe Bárbara despidiéndose de su pequeña.
Cecilia, Antonio, Kimberly y Toñito se montaron en un barco que los llevaria un acuario en medio del mar con gran variedad de peces, manta rayas, delfines etc... para que los niños disfrutaran de lo maravilloso que se sentía compartir con esas criaturas marinas.
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...Bárbara&Santos...
- Tenemos un asuntito pendiente Doña - comenta Santos.
- Tendrá que recordarmelo doctorcito porque en este momento no tengo ni idea a que se refiere.
- Comienza en tus ojos y termina en tu boca.
- No bueno doctor Luzardo me tiene sorprendida con su romanticismo cosa que no ponía en práctica anteriormente, pero dígame más bien a que se refiere con esa frase.
- Sencillamente quiero perderme en tu mirada azul y profunda para luego fundir nuestros labios en un beso cosa que me debes.
- Me dejaste sin palabras, nadie me había dicho algo tan hermoso - sonríe Bárbara con los ojos llorosos - en cuanto a mi deuda pues se la pago porque no me gusta tener cosas pendientes - responde besando a Santos con ternura y pasión a la vez.
- Te amo y quiero pasar el resto de mi vida a tu lado Bárbara Guaimaran
- ¿Estas hablando en serio?
- Claro que estoy hablando en serio, ¿Por qué no hablamos de nuestro futuro?
- Es que no me lo creo Santos, mira que luego de haber padecido un dolor tan grande como no poder estar juntos y ahora hablar de un futuro juntos es...es maravilloso - murmura limpiándose el rostro.
- Yo se que has sufrido mucho por mi culpa, pero lo voy a reparar. Para empezar tenemos que casarnos - Bárbara voltea los ojos fingiendo fastidió.
- ¿Casarnos? Ay no que aburrido tenerte por esposo, no me dejarías en paz ni un minuto - Se ríe.
- Ah entonces usted no quiere casarse conmigo, muy bien.
- Por supuesto que quiero ser tu esposa Santos Luzardo, eso es algo que eh anhelado desde siempre, pero con la condición que vivamos en el miedo, es mi hogar y sólo ahí me sentiría cómoda.
- Como tu elijas, con tal de estar a tu lado, además ahora que salgan los resultados de ADN seremos una familia feliz - Bárbara sintió un nudo en la garganta de sólo pensar la desilusión que se llevaría Santos al mirar la prueba.
- No te hagas ilusiones amor, sabes perfectamente lo que dirá la prueba - le dice Bárbara bajando la cabeza, Santos prefirió callar, aún guardaba la esperanza de que Kimberly fuera hija suya - Pero no te quedes callado, se que este tema nos causa algo de daño y lo mejor es que lo consideremos como prohibido para no arruinar un momento tan encantador como este.
- Tienes razón.
- Cambiando de tema, no me has contado como fue tu vida con Marisela estos años...
- Que puedo decir, luego de instalarnos en la capital, Marisela continuó con sus estudios mientras yo ponía en práctica mi profesión de abogado, pero me quedaba bastante tiempo libre y como ella no podía compartirlo conmigo la pasaba solo ya sea dando un paseo o en casa, cosa que me hacia mal; entraba en un estado melancólico por el hecho de tomar una decisión tan extrema como alejarme de ti y de la tierra que me vio nacer - inquirió mirando a Bárbara quien oía interesada en la historia - Marisela tenía la intención de que nos casáramos para formar así un hogar estable, ella quería tener unos niños, pero yo no opinaba lo mismo; aún traía ese remordimiento por lo que pasamos tu y yo. La relación se tornó monótona acabando con ese espejismo que suponía era amor, llegando a la conclusión de que te amaba como a nadie; se lo dije a ella, al principio no lo tomo muy bien, pero comprendió que no tenía caso que siguiéramos atados si no había amor de por medio y así decidí regresar para afrontar mis sentimientos.
- La soledad nos abre los ojos, pero me da una tristeza por mi hija...supongo que le dolió demasiado que le dijeras que amabas a su madre.
- Por supuesto le dolió, es humana, pero no quería ocultarle la verdad - agrego - ¿Y que fue de tu vida?
- David había llegado al progreso con la intención de comprar la hacienda de su primo Encarnación; estaba cansado de vivir en la gran ciudad, él me pretendía y yo de cierto modo te veía a ti en él así que me deje llevar - decía Barbara tratando de no tartamudear sin que se le escapará algún detalle - Comencé un romance con él hasta que llego Kimberly, sin querer el padre de David falleció y tuvo que viajar a Francia; no había un día que no me escribiera una carta para preguntar por su hija, pero eso no llenaba el vacío de su ausencia - Santos se tensó, le daban celos de lo que decía Bárbara - Yo me dedique a criar a mi niña entregándome en cuerpo y alma, del resto todo fue lo normal que podría vivir cualquier hacendado, negocios, reces, fiestas etc...
- Pero ahora que estas conmigo las cosas con David cambian - replico Santos.
- Nadie te quita lo celoso mi vida, aunque tienes razón las cosas cambian.
- ¿No me pensaste ni un momento en esos 10 años?
- Por Dios Santos, cada minuto, cada segundo que pasaba te llevaba en mi mente, créeme que intente olvidarte, pero era inútil te amaba demasiado para dejar atrás tantos momentos contigo - Bárbara miró su reloj - Creo que es hora de volver al hotel, se hace tarde.
Regresaron al hotel sin prisa, al entrar se acercaron a la recepción para preguntar si sus familiares ya estaban devuelta.
-Señora Güaimaran, le ha llegado una nota del Arauca - dice una señorita entregándole una carta la cual decía:
"Doña Bárbara Güaimaran
Tenemos entendido que está atendiendo varios asuntos importantes fuera del Progreso, pero requerimos de su regreso inmediato por problemas con la ley. Tiene un plazo de 2 días para presentarse en la Jefatura civil o sufrirá irremediables consecuencias.
Att: Gobernador del departamento."
- Ahora que querrá este imbécil - murmura Bárbara para sí misma cambiando drásticamente la expresión de su rostro.
- ¿Pasa algo amor? - pregunta Santos notando que algo malo ocurría.
- Bueno tengo una citación urgente en la jefatura civil, pero no entiendo porque.
- Creo que debemos viajar ya mismo, por lo menos aún no es tarde.
- Tienes razón, pero el dilema es Kimberly, sabes que está muy emocionada aquí y no llevamos ni un día, no quiero arruinar su viaje.
- Podríamos dejarla con Cecilia. No habría de que preocuparse en lo que solucionamos este problema - sugiere abrazándola.
- Es una buena idea, pero sí vamos a viajar ya...¿Cómo le avisamos a Cecilia?
- Bueno puedes decírselo de frente, ahí vienen - contesta señalando a la puerta.
- Mamá - grita la pequeña corriendo a los brazos de su madre - conocí un montón de peces de diferentes colores, todo era grandioso.
- Mi chiquita me encanta que estés tan feliz, pero tengo que pedirte algo - le dice con ternura - Santos y yo tenemos que regresar de urgencia a casa, pero si tu quieres podrías quedarte con Cecilia ¿Qué dices? - agrega poniéndose a su altura.
- Bueno, es que me gustaría quedarme, pero nunca me eh separado de ti y me da miedo.
- Tu eliges chiquita.
- Emm, preferiría quedarme sólo si me llamas a cada hora ¿Me lo prometes?
- Prometido, tu escuincla nada de travesuras, te comportas bien con Cecilia; no le des muchos dolores de cabeza. Te amo - sonríe Bárbara.
- Y yo a ti mami, te voy a extrañar.
- Cecilia cualquier cosa no dudes en avisarme, te la encargo - completa Bárbara subiendo por su equipaje al igual que Santos. Un rato después emprendieron su rumbo hacia el Arauca, Bárbara iba tranquila; sin embargo no entendía nada, lo único que la consolaba era que a su lado estaba el mejor abogado que pudiera tener. Llegaron al Progreso, pero habían decidido dirigirse primero a la hacienda para dejar sus maletas y ya poder resolver los problemas calmadamente, lo que no se esperaban era que justamente en la entrada del Miedo se encontraba Eduardo acompañado de varios guardias.
- ¿Ocurre algo? - pregunta Bárbara cruzada de brazos mientras Santos indicaba que entraran las maletas.
- Señora Güaimaran, este hombre esta reclamando la propiedad que usted le vendió y nos ha comentado que se ha negado a entregársela como esta estipulado en el contrato - dijo sin más uno de los guardias, Bárbara lo miro incrédula.
- ¿De que carajos esta hablando?, yo no he vendido mi hacienda.
- Claro que lo hiciste Bárbara, ¿Por qué deseas evadir la realidad? - completa Eduardo con un tono de superioridad.
- ¡Que demonios te pasa imbécil! - contesta Bárbara muy molesta.
- Señora le pedimos que abandone la propiedad de inmediato o nos veremos obligados a sacarla por la fuerza - sentencia el guardia, Bárbara desprendía chispas por los ojos y Santos no comprendía que acaba de pasar en aquel lugar.