miércoles, 22 de enero de 2014

Capitulo 7 "Problemas"


Bárbara abría la puerta cuidadosamente tratando de no delatarse ante su hija, pero la pequeña ya se había percatado de su llegada.
- ¿Donde estabas mami? - pregunto Kimberly fingiendo inocencia esperando la respuesta de su madre quien palideció a la vez que se mordía el labio, no sabia como explicarle a su hija de donde venia y el motivo por el cual llegaba a esas horas.
- Hola mi niña, estaba dando un paseo por la playa - balbucea sonriendo con nerviosismo.
- ¿Con el vestido de la fiesta? - inquirió negando con la cabeza.
- Ah es que...me quede dormida con el vestido y ya me levante a caminar; ni tiempo para bañarme tuve, sabes que me encanta esa brisa mañanera y como no estamos en la hacienda para montar quise salir antes de que te despertaras - repuso Bárbara quitándose sus tacones evadiendo la mirada acusadora de su hija.
- Que interesante, ¿Como te fue anoche con el doctor? 
- Bien en lo que cabe, todo tranquilo.
- De maravilla diría yo - corrigió Kimberly en voz baja para no ser escuchada por su madre.

- ¿Que dices? - dice Bárbara arqueando una ceja y miro a Kimberly con fingida desaprobación.
- No nada - responde encaminándose al baño para excusarse - que me voy a bañar para que bajemos a tomar el desayuno y podamos irnos al mar.
- Mmm esta bien - contesto no muy satisfecha con la situación tan penosa porque la que acaba de pasar; no le gustaba mentirle a su hija, aunque eso ya lo había hecho; una mentira que le causaba mucho daño a quienes la rodeaban. 
Bárbara se dio un baño sin prisa, sin importarle lo que ocurriera afuera del lugar, ese momento era para ella misma; no podía evitar sonreír luego de esa noche tan maravillosa que había compartido con el amor de su vida, ella sabia que le seria difícil fingir esa alegría que traía adentro, pero le daba miedo la reacción de Kimberly ante los hechos, lo que si tenia claro era que no debía pasar mucho tiempo antes de contarle su romance con Santos a su hija; sin embargo, aun no pensaba en comentar sobre la paternidad de su hija.
Se calo un vestido blanco bastante fresco para el lugar, se cepillo su cabello en el tocador al principio deseando hacerse una trenza, pero al final decidió dejarlo suelto a merced del viento.
Como a eso de las 8 a.m bajaron a desayunar, Bárbara observo que Santos les apartaba una mesa justo al frente del balcón que daba vista al mar, algo hermoso ha decir verdad; sus miradas se cruzaron y una leve sonrisa se reflejaba en sus rostros.
- Buenos días Santos Luzardo - dice Bárbara tomando asiento mientras Kimberly los observaba con cierta picardía.

- Buenos días Doña, ¿Que van a desayunar?
- Yo solo quiero café - contesta Bárbara.
- ¿Y tu nena?
- No lo se, voy a ver en aquellos estantes - replica alejándose de la mesa.
- Ven acá dame un beso - pide Santos.
- No como crees, Kimberly esta cerca; podría vernos - murmura Bárbara mirando a su alrededor.
- Por favor, muero por probar tus labios antes del desayuno - continua Santos corriendo su asiento junto a Bárbara.
- Ya te di mis razones, no insistas.
- No se dará cuenta - Barbara suspira y se lleva las manos a la cara.

- Eres terco, pero uno cortico no vaya a pasar algo malo - le dice Bárbara acercándose a sus labios depositando un beso con ternura.
- Me voy por un segundo y los encuentro en estas, porque no se aguantan par de tortolitos - exclamó Kimberly a la vez que las mejillas de Bárbara se teñían de rosa por la vergüenza, ambos se miraron sin saber que contestar.
- Mimi no se como explicarte lo que acabas de ver... - dijo Bárbara incomoda.
- No tienes nada que explicarme mami, comprendo todo lo que ocurrió; incluso esta mañana cuando te pregunte donde estabas ya sabia la respuesta, lo único que puedo decirles es que me agrada que estén juntos y no disimulen el amor que sienten porque es lo más bello que existe - contesta la pequeña dejando asombrados a Bárbara y Santos que solo se limitaron a observarla - ¿Por qué me miran así? ¿Traigo monos en la cara?
- Jamas pensé que lo tomaras tan bien y mucho menos que te expresaras de el amor en esa forma, tu estas muy pequeña por eso nos quedamos atónitos con lo que dijiste - le dice Bárbara abrazándola - Gracias.
- Puedo ser pequeña, pero los libros ayudan mucho - sonríe Kimberly - Nada más exijo que la ames mucho Santos.
- Por eso no hay problema nena, a tu madre la amo con mi vida entera - asintió Santos.
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...Jefatura Civil...
- Coronel Pernalete eh venido para que me legalice este documento - pide Eduardo entrando en la jefatura, entregando los papeles al coronel.
- Pero esto es imposible, ¿No sera falso?
- Como se le ocurre, ahí abajo esta muy claro que es verdadero, si desea puede verificar la firma.
- Es muy extraño que haya accedido a esto, algo aquí no me cuadra - dice Pernalete rascándose la barbilla - Mujiquita compruebeme si esto no es falso.
- Si coronel - responde Mujiquita buscando un documento entre los archivos antiguos.

- Coronel es evidente lo que dice allí, pero en realidad vengo a exigir que me entreguen lo prometido en el contrato ya que se recibió el dinero y todo esta finiquitado.
- Si el documento es real tendrá que esperar hasta que el propietario regrese, antes no podemos actuar.
- Coronel, el hombre tiene razón la firma adjudicada no es falsa.
- Simplemente yo no me puedo creer lo que dice ahí.
- Es necesario que envié un telegrama pidiendo que el propietario vuelva de inmediato a entregar lo que me pertenece.
- Yo no voy hacer lo que usted me esta ordenando, ¿Quien se cree?
- Ah no, muy bien lo pido en la gobernación - responde Eduardo molesto saliendo del lugar.
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- ¡Santos! - exclamó Cecilia abrazándolo - ¿Como estas?
- Muy bien tía, ¿Como les fue en el viaje?
- Bueno en lo que cabe bien, lo único fue que Antonio le tiene miedo a las alturas y venia mal en el vuelo.
- No Santos es que eso se movía de un lado al otro y sentía que íbamos a caer al agua para morir - dice Antonio en su defensa.
- Pero los aviones en su mayoría son muy seguros, no hay nada que temer - inquirió Santos.
- Tu mismo lo dijiste en su mayoría, podríamos nosotros ser los desdichados con el avión que este en mal estado, yo no me vuelvo a trepar en una cosa de esas.
- Es que eres pesimista por Dios - dice Santos abrazando a Bárbara por la cintura.
- Emm ustedes dos... 

- Si Antonio, el viaje nos acerco más de lo que pensábamos.
- Me alegra mucho por ustedes - les felicita Cecilia - se lo merecían hace tiempo.
- Ya estamos aquí, yo quiero meterme al mar y disfrutar porque esto no se repite - dice Antonio.
- Nosotros nos vamos con Toñito y Kimberly a dar un paseo en barco, ustedes nos alcanzan luego para que tengan tiempo de platicar - propone Cecilia guiñándoles el ojo.
- Excelente idea tía.
- Te encargo a mi hija Cecilia, se que estará en buenas manos - sonríe Bárbara despidiéndose de su pequeña.
Cecilia, Antonio, Kimberly y Toñito se montaron en un barco que los llevaria un acuario en medio del mar con gran variedad de peces, manta rayas, delfines etc... para que los niños disfrutaran de lo maravilloso que se sentía compartir con esas criaturas marinas.
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...Bárbara&Santos...
- Tenemos un asuntito pendiente Doña - comenta Santos.
- Tendrá que recordarmelo doctorcito porque en este momento no tengo ni idea a que se refiere.
- Comienza en tus ojos y termina en tu boca.
- No bueno doctor Luzardo me tiene sorprendida con su romanticismo cosa que no ponía en práctica anteriormente, pero dígame más bien a que se refiere con esa frase. 
- Sencillamente quiero perderme en tu mirada azul y profunda para luego fundir nuestros labios en un beso cosa que me debes.
- Me dejaste sin palabras, nadie me había dicho algo tan hermoso - sonríe Bárbara con los ojos llorosos - en cuanto a mi deuda pues se la pago porque no me gusta tener cosas pendientes - responde besando a Santos con ternura y pasión a la vez.

 - Te amo y quiero pasar el resto de mi vida a tu lado Bárbara Guaimaran 
- ¿Estas hablando en serio? 
- Claro que estoy hablando en serio, ¿Por qué no hablamos de nuestro futuro?
- Es que no me lo creo Santos, mira que luego de haber padecido un dolor tan grande como no poder estar juntos y ahora hablar de un futuro juntos es...es maravilloso - murmura limpiándose el rostro.
- Yo se que has sufrido mucho por mi culpa, pero lo voy a reparar. Para empezar tenemos que casarnos - Bárbara voltea los ojos fingiendo fastidió.
- ¿Casarnos? Ay no que aburrido tenerte por esposo, no me dejarías en paz ni un minuto - Se ríe.
- Ah entonces usted no quiere casarse conmigo, muy bien.
- Por supuesto que quiero ser tu esposa Santos Luzardo, eso es algo que eh anhelado desde siempre, pero con la condición que vivamos en el miedo, es mi hogar y sólo ahí me sentiría cómoda.
- Como tu elijas, con tal de estar a tu lado, además ahora que salgan los resultados de ADN seremos una familia feliz - Bárbara sintió un nudo en la garganta de sólo pensar la desilusión que se llevaría Santos al mirar la prueba.
- No te hagas ilusiones amor, sabes perfectamente lo que dirá la prueba - le dice Bárbara bajando la cabeza, Santos prefirió callar, aún guardaba la esperanza de que Kimberly fuera hija suya - Pero no te quedes callado, se que este tema nos causa algo de daño y lo mejor es que lo consideremos como prohibido para no arruinar un momento tan encantador como este.
- Tienes razón.
- Cambiando de tema, no me has contado como fue tu vida con Marisela estos años...
- Que puedo decir, luego de instalarnos en la capital, Marisela continuó con sus estudios mientras yo ponía en práctica mi profesión de abogado, pero me quedaba bastante tiempo libre y como ella no podía compartirlo conmigo la pasaba solo ya sea dando un paseo o en casa, cosa que me hacia mal; entraba en un estado melancólico por el hecho de tomar una decisión tan extrema como alejarme de ti y de la tierra que me vio nacer - inquirió mirando a Bárbara quien oía interesada en la historia - Marisela tenía la intención de que nos casáramos para formar así un hogar estable, ella quería tener unos niños, pero yo no opinaba lo mismo; aún traía ese remordimiento por lo que pasamos tu y yo. La relación se tornó monótona acabando con ese espejismo que suponía era amor, llegando a la conclusión de que te amaba como a nadie; se lo dije a ella, al principio no lo tomo muy bien, pero comprendió que no tenía caso que siguiéramos atados si no había amor de por medio y así decidí regresar para afrontar mis sentimientos.

- La soledad nos abre los ojos, pero me da una tristeza por mi hija...supongo que le dolió demasiado que le dijeras que amabas a su madre.
- Por supuesto le dolió, es humana, pero no quería ocultarle la verdad - agrego - ¿Y que fue de tu vida? 
- David había llegado al progreso con la intención de comprar la hacienda de su primo Encarnación; estaba cansado de vivir en la gran ciudad, él me pretendía y yo de cierto modo te veía a ti en él así que me deje llevar - decía Barbara tratando de no tartamudear sin que se le escapará algún detalle - Comencé un romance con él hasta que llego Kimberly, sin querer el padre de David falleció y tuvo que viajar a Francia; no había un día que no me escribiera una carta para preguntar por su hija, pero eso no llenaba el vacío de su ausencia - Santos se tensó, le daban celos de lo que decía Bárbara - Yo me dedique a criar a mi niña entregándome en cuerpo y alma, del resto todo fue lo normal que podría vivir cualquier hacendado, negocios, reces, fiestas etc...
- Pero ahora que estas conmigo las cosas con David cambian - replico Santos.
- Nadie te quita lo celoso mi vida, aunque tienes razón las cosas cambian.
- ¿No me pensaste ni un momento en esos 10 años?
- Por Dios Santos, cada minuto, cada segundo que pasaba te llevaba en mi mente, créeme que intente olvidarte, pero era inútil te amaba demasiado para dejar atrás tantos momentos contigo - Bárbara miró su reloj - Creo que es hora de volver al hotel, se hace tarde.
Regresaron al hotel sin prisa, al entrar se acercaron a la recepción para preguntar si sus familiares ya estaban devuelta.
-Señora Güaimaran, le ha llegado una nota del Arauca - dice una señorita entregándole una carta la cual decía:
"Doña Bárbara Güaimaran 
Tenemos entendido que está atendiendo varios asuntos importantes fuera del Progreso, pero requerimos de su regreso inmediato por problemas con la ley. Tiene un plazo de 2 días para presentarse en la Jefatura civil o sufrirá irremediables consecuencias.
Att: Gobernador del departamento."
- Ahora que querrá este imbécil - murmura Bárbara para sí misma cambiando drásticamente la expresión de su rostro. 
- ¿Pasa algo amor? - pregunta Santos notando que algo malo ocurría.
- Bueno tengo una citación urgente en la jefatura civil, pero no entiendo porque.
- Creo que debemos viajar ya mismo, por lo menos aún no es tarde.
- Tienes razón, pero el dilema es Kimberly, sabes que está muy emocionada aquí y no llevamos ni un día, no quiero arruinar su viaje.
- Podríamos dejarla con Cecilia. No habría de que preocuparse en lo que solucionamos este problema - sugiere abrazándola.
- Es una buena idea, pero sí vamos a viajar ya...¿Cómo le avisamos a Cecilia?
- Bueno puedes decírselo de frente, ahí vienen - contesta señalando a la puerta.

- Mamá - grita la pequeña corriendo a los brazos de su madre - conocí un montón de peces de diferentes colores, todo era grandioso.
- Mi chiquita me encanta que estés tan feliz, pero tengo que pedirte algo - le dice con ternura - Santos y yo tenemos que regresar de urgencia a casa, pero si tu quieres podrías quedarte con Cecilia ¿Qué dices? - agrega poniéndose a su altura.
- Bueno, es que me gustaría quedarme, pero nunca me eh separado de ti y me da miedo. 
- Tu eliges chiquita.
- Emm, preferiría quedarme sólo si me llamas a cada hora ¿Me lo prometes?
- Prometido, tu escuincla nada de travesuras, te comportas bien con Cecilia; no le des muchos dolores de cabeza. Te amo - sonríe Bárbara.
- Y yo a ti mami, te voy a extrañar.
- Cecilia cualquier cosa no dudes en avisarme, te la encargo - completa Bárbara subiendo por su equipaje al igual que Santos. Un rato después emprendieron su rumbo hacia el Arauca, Bárbara iba tranquila; sin embargo no entendía nada, lo único que la consolaba era que a su lado estaba el mejor abogado que pudiera tener. Llegaron al Progreso, pero habían decidido dirigirse primero a la hacienda para dejar sus maletas y ya poder resolver los problemas calmadamente, lo que no se esperaban era que justamente en la entrada del Miedo se encontraba Eduardo acompañado de varios guardias.

- ¿Ocurre algo? - pregunta Bárbara cruzada de brazos mientras Santos indicaba que entraran las maletas.
- Señora Güaimaran, este hombre esta reclamando la propiedad que usted le vendió y nos ha comentado que se ha negado a entregársela como esta estipulado en el contrato - dijo sin más uno de los guardias, Bárbara lo miro incrédula.
- ¿De que carajos esta hablando?, yo no he vendido mi hacienda.
- Claro que lo hiciste Bárbara, ¿Por qué deseas evadir la realidad? - completa Eduardo con un tono de superioridad.

- ¡Que demonios te pasa imbécil! - contesta Bárbara muy molesta.
- Señora le pedimos que abandone la propiedad de inmediato o nos veremos obligados a sacarla por la fuerza - sentencia el guardia, Bárbara desprendía chispas por los ojos y Santos no comprendía que acaba de pasar en aquel lugar.



domingo, 12 de enero de 2014

Capitulo 6 "Nos decimos las verdades"


- ¿A que le temes Bárbara Güaimaran? - pregunta tomándola de la cintura esperando la pieza de baile.
- A mi misma - comienza a sonar la canción, una melodía conocida para ambos, no pudieron evitar que sus bocas esbozaran una sonrisa y dejándose llevar siguieron el ritmo de la canción - La vida si que es rara, mira que poner justamente esa canción...

- ¿No sera que la vida nos quiere decir algo?
- ¿Como que? - pregunta ella abrazándolo.
- Que debemos estar juntos - susurra mientras que Bárbara lo mira fijamente.
- Santos por favor no empieces, no arruines el momento - suplicó la castaña con cierta incomodidad bajando la mirada.
- Bárbara no puedo evitar decir lo que siento, tu no te imaginas todo lo que he sufrido con tus rechazos y por no tenerte cerca - le dice tomándola de la barbilla para que lo mire.
- No, si me lo imagino porque lo viví en carne propia, tu crees que es sencillo que de la nada olvide que me cambiaste por mi hija y... - aclaró tomando del brazo a Santos para llevarlo hasta a fuera ya que se sentía observada por los demás hospedados, se pararon frente al mar en un lugar desolado a esas horas - Yo morí el día en que te fuiste con Marisela y te olvidaste de mi, lo único que me recrimino es que de todo eso haya quedado este maldito amor en mi corazón, pero he tratado de arrancármelo sabiendo que es inútil.
- No tengo palabras - balbuceo Santos culpable.

- Siempre te fui fiel, te ame como a nadie, sin embargo tu rompiste esa promesa de no abandonarme nunca - una lagrima se escurrió por sus mejillas y tomando fuerzas continuo - no entendiste que todo eso de tu ausencia dolía y mi corazón invadido de miedo, desesperanza, no era nada fácil sentirse derrotada porque te fuiste y todo lo perdí, pero ahora que mi vida se encontraba normal llegaste tú para hacerme sentir insegura de nuevo.
- Perdóname...no me queda más que aceptar mi culpa, sabiendo que te amaba mi orgullo hizo que te tratara de olvidar, pero la soledad me traía tus recuerdos haciendo sentirlos vivos dentro de mi, nunca pensé amarte así obsesionadamente, tenia miedo de que todo fracasara, pero ahora desesperado te busco porque te necesito para respirar y volver a vivir.
- Santos no digas más por favor - sollozó acariciando su rostro - no puedo estar contigo porque esto me lastima y no quiero sufrir de nuevo - se limpia las lagrimas resignada - Te amo...- dice dándole un beso y corriendo lejos de allí.

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- Antonio te pedí que no le llenaras la cabeza a Santos con ideas - protesto Cecilia algo enojada con él.
- Perdón mariposa, pero el tenia que saberlo, tu misma eres testigo del dolor que a padecido esa niña por no tener un padre sabiendo que posiblemente el le pueda brindar ese amor si se entera que podría serlo. 
- Si tienes razón en eso, pero dime ¿Que pasaría donde esa prueba saliera negativa?... todas las ilusiones de Santos quedarían por el piso, además que Kimberly sufriría también, pienso que hubiera sido mejor evitar todo eso - comento Cecilia negando con la cabeza.
- Pero lo hecho hecho esta, ya no tenemos opción... al menos viajamos mañana con ellos para apaciguar el dolor por lo menos unos cuantos días.
- Es que te lo advertí, pero que más da tu asumes tus consecuencias - le dice señalándolo.
- ¿Tu has visto como Santos mira a Bárbara?

- Jamas lo había visto tan enamorado, ni siquiera con Marisela y recuerdo la obsesión que tenia por Bárbara antes, pero ahora es como una mirada tierna llena de buenas intenciones.
- A mi me da miedo que sienta todo eso, ambos sabemos el martirio que vivió con la doña.
- Aunque las personas cambian, Bárbara puede seguir siendo dura, pero su hija la ha cambiado y no podemos negar que ella amo más que nadie a mi sobrino.
- Eso si, a su manera, pero lo amo... - replico Antonio abrazando a su mujer.
- Tal vez en este viaje aclaren sus diferencias y puedan llevar la fiesta en paz, no digo precisamente que estén juntos porque quizás no sea lo mejor en estos momentos, pero que puedan hablar y llegar a la mejor opción para ambos.
- Eres sabia mariposa, esperemos que el destino actué como debe ser.
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- Soy una tonta - susurra Bárbara para si misma sentándose en un banquillo alejado de la sociedad a la vez que dejaba escapar todas esas lagrimas que la ahogaban por dentro, necesitaba sacar todo ese dolor que la consumía por medio del llanto, a veces lo mejor es llorar para sentirse libre de culpas o angustias - ¿Por qué? el se me llevo la vida, dependo de él y ahora lo entiendo - de repente en el cielo se reflejaban truenos y rayos anunciando una tormenta espantosa que sin esperar comenzó a llover con furia - ¡Nada más esto faltaba! - decía mojada, junto a ella caían rayos en la arena causándole pánico de que le cayera uno encima.
- Bárbara - grito Santos quien venia corriendo por ella - ¡Bárbara quítate de ahí! - fue callado por un rayo que le cayo tumbándolo al suelo inconsciente por el impacto.

- ¡Santos! - se incorporo Bárbara de un impulso de su asiento para correr hacia él tirado en el suelo - Por amor a Dios no me hagas esto, no te mueras... yo te amo, te amo - rogaba con lagrimas en los ojos llena de angustia y desesperación.
- Bárbara... - dijo él abriendo los ojos lentamente para verla con los ojos llorosos.
- No vuelvas hacer eso tonto, casi me muero.
- Perdón, no quería asustarte.
- Ya cállate y abrázame ¿Quieres? - prosiguió abrazándolo - pensé que te iba a perder Santos.
- Tranquila estoy aquí - murmura limpiándole las lagrimas del rostro - ¿Sabes una cosa? yo también te amo.
- ¿Que dijiste?
- Que también te amo.
- ¿Y yo cuando dije que te amo?
- Yo te oí cuando estaba ahí tirado que me andabas suplicando que despertara - sonríe.

- Si tu estabas muriéndote imbécil, pero esta bien lo admito te amo, cuando te vi ahí me di cuenta que si te pasa algo malo me muero ¿Entiendes? - replicó tiernamente, ambos se quedaron mirando fijamente por un momento, Santos perdido en la profundidad de sus ojos azules y ella en la seriedad de su mirada, acercándose poco a poco fundieron sus labios en un beso, tanto Bárbara como Santos lo deseaban y más por lo que acaban de vivir, necesitaban sentir al otro por medio de un beso lleno de amor, pasión y ternura...se detuvo el tiempo, en ese lugar solo tenían cavidad ellos 2 para dejar que sus sentimientos flotaran por el aire.
- ¿Podemos intentarlo de nuevo?, déjame recuperar el tiempo perdido y amarte - pidió Santos bajo la lluvia.
- No te voy a decir que no, porque mi vida no vale la pena si tu no estas en ella Santos y con lo que acabo de vivir me di cuenta que no debo perder el tiempo haciéndote sufrir si lo puedo disfrutar a tu lado - musito sonriendo.
- Te amo Bárbara, nada ni nadie podrá cambiar ese sentimiento.
- Creo que esperas que yo también te diga que te amo, pero mejor te hago sufrir otro ratito eh - le dice ella riendo levantándose del suelo.
- Mujer amas que sufra...
- Un poquito nada más.
- Bueno estamos empapados de agua bajo la lluvia y frente al mar, pero ¿Que te parece si nos vamos a calentar en la chimenea de la habitación del hotel?
- Es una mejor idea que quedarnos aquí llenos de agua a la merced de otro rayo y no creo que te vuelvas a salvar de esa - Santos ríe y se van abrazados camino al hotel.
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...Villa Floréz...
- Eduardo no entiendo cuales son tus malditas intenciones, ¿Que hacías ayer en la hacienda de Bárbara? - pregunta David molesto.
- Pero Bárbara, ¿Desde cuando tan amigos? en cuanto a lo que hacia allí no es de tu incumbencia, tu me dijiste que no te querías involucrar en hacerle daño a la Doña entonces no preguntes y mejor espera a que la función comience.
- Olvídate de esa estúpida venganza y déjala vivir en paz, creo que con lo que ha sufrido le basta y le sobra como para que tu vengas a proporcionarle más problemas.
- Ahora eres su defensor, vaya vaya como cambian las cosas, pero no voy a olvidar mi objetivo, ella tiene que pagar lo que me hizo y tu ni te atrevas a intervenir o abrir la boca porque te puede ir muy mal.
- ¿Me estas amenazando en mi propia casa? 

- Si, es mejor prevenir que lamentar y yo te veo muy contento con la mujer esa, cuando menos me lo espere ya andarás tras su cama.
- Yo no soy un promiscuo como tú, te pido que te vayas de mi casa y no vuelvas mientras sigas con esas intenciones - sentencia David señalandole la puerta.
- Que lastima me da que nuestra amistad se vaya a la basura por una mujer como esa, pero yo no necesito las caridades de nadie para algo estoy forrado en dinero y si me da la gana me consigo una hacienda por aquí, es más ya lo hice - dice saliendo de la hacienda.
- No voy a permitir que le termines de dañar la vida a ella, soy testigo del dolor que padece en estos momentos por el amor y por su hija, daría mi vida para que no sufriera más.
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- Creo que mojamos todo el hotel - se ríe Bárbara mientras Santos introduce la llave de su habitación.
- Pero valió la pena la mojada ¿No crees?
- En cierto modo valió la pena, pero si cojo un resfriado tu eres el culpable.
- Esta bien soy culpable de todo, de amarte... - le dice dándole un beso, alguien tras una planta los observaba con atención esa persona era la pequeña Kimberly que con una sonrisa de satisfacción no puedo evitar seguirlos para ver y oír en que había terminado todo luego de irse del salón de baile.

- ¿No que no te gustaba mamita? - piensa la pequeña - jamas te había visto tan dichosa como lo estas ahorita, ojala estuvieras todo el tiempo así llena de risas.
Bárbara y Santos entraron a la recamara y se sentaron junto a la chimenea esperando a secar un poco sus ropas, sin embargo mataron el tiempo hablando de lo que había sido sus vidas en esos 10 años, dejaron atrás los malos recuerdos y se dedicaron a disfrutar la presencia del otro.
- Yo mejor me voy para mi habitación, no vaya a ser que Kimberly se despierte y no me encuentre, gracias por la compañía.
- No creo que la pequeña se despierte, ha de estar profunda como cualquier niño.
- Pero ya es tarde Santos - contesta dirigiéndose a la puerta.
- No te vayas, quédate conmigo un ratito más - insiste tomándola del brazo para detenerla.
- ¿Cuales son sus intenciones doctor Luzardo? - dice enganchándose del cuello de Santos.

- Algo que no creo le moleste doña - responde besándola siendo correspondido por ella quien había comenzado a desabotonarle la camisa mientras él la conducía hacia la cama desatando su vestido, empezaron a dejarse la piel, improvisando caricias dejando sus prendas en el olvido, Santos recorría el cuerpo de Bárbara con besos y caricias que ahogaban gemidos de placer, ambos consumían el deseo y fuego que llevaban a dentro desde hace bastante tiempo. Ella se sintió amada, bella y entera, sentían esa plenitud del amor físico ante el contacto de sus cuerpos. Así se les fue yendo la noche, envueltos en un aire pasional dándole paso al amanecer, un amanecer confirmado por los rayos del sol que se filtraban por la ventana despertando a Bárbara de su borrachera de amor. Miro el reloj; eran las 6 de la mañana y aún estaba fuera de su habitación, sin dejar pasar un minuto más se levanto de la cama para ponerse su vestido de nuevo.
- ¿A donde vas? - pregunta Santos incorporándose de su cama.
- A la recamara, se nos fue el tiempo y Kimberly no ha de tardar en despertar.
- Tienes razón, ¿Nos veremos al rato?
- Por supuesto, si quieres podemos desayunar juntos - le dice acomodándose su vestido y peinando un poco su cabello.
- Claro, te veo abajo entonces - contesta besándola suavemente para luego verla alejarse del lugar.

Bárbara abría la puerta cuidadosamente tratando de no delatarse ante su hija, pero la pequeña ya se había percatado de su llegada.
- ¿Donde estabas mami? - pregunto Kimberly fingiendo inocencia esperando la respuesta de su madre quien palideció a la vez que se mordía el labio, no sabia como explicarle a su hija de donde venia y el motivo por el cual llegaba a esas horas.



sábado, 11 de enero de 2014

Capitulo 5 "Sospechas"


- Sígueme la corriente...- rogó besándolo mientras Santos muy molesto los observaba, sentía que le hervía la sangre, Bárbara era solo suya y no quería que alguien más se atreviera a tocarla, el solo hecho de presenciar aquella escena le provocaba moler a golpes a David y sin pender tiempo se bajó de un salto encaminándose a ellos haciéndolos separarse mientras le encajaba un puñetazo a David directo en el rostro, este ajeno a lo que sucedía se levanto del suelo mirando a Bárbara pidiendo una explicación quien le suplicaba que improvisara.
- ¿¡Con que derecho vienes a besar a mi mujer imbécil!? - exclamó Santos saliendose de sus cabales, completamente molesto y a la vez muerto de los celos.
- Con el derecho que me da Bárbara - repuso David siguiendo el juego, Santos se gira para mirar a Bárbara.

- ¿Que demonios es esto Bárbara? - dice tomándola de los hombros agitándola un poco frunciendo el cejo.
- Doctor me espanta usted, ¿Donde quedo el Santos Luzardo civilizado que no aprueba la violencia? 
- No juegues con mi paciencia Bárbara Güaimaran - protesta soltándola.
- Usted como que no quiere aceptar que ya no es importante en la vida de Bárbara ahora yo ocupo su lugar, además usted mismo sabe que tenemos una hija - sentencia para disgusto de Santos quien se lleva las manos a la cara y sin pronunciar palabra se aleja del miedo despavorido. Bárbara suspira de alivio y mira a David con cara de culpa por su labio sangrante.
- Perdón...- pide la castaña.
- Creo que me debes una buena explicación.
- Es lo menos que puedo hacer por ti, vamos a dentro para limpiarte el labio y allí te explico todo - le dice, este asiente con la cabeza y ambos se dirigen al interior de la hacienda.
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- Mariposa aun no comprendo porque me interrumpiste ayer y no dejaste que terminara mi frase en la cena - comentó Antonio en lo que bebía un vaso de limonada fría para el calor sofocante de ese día.
- Mi amor fue solo tu impresión - balbuceó Cecilia un poco nerviosa porque su marido acaba de tocar un tema prohibido.

- Se muy bien lo que vi y oí, tanto tú como Bárbara se traían algo frente al comportamiento de Kimberly y te consta...¿Que es lo que esta pasando?
- Mira tienes razón ella y yo teníamos un comportamiento extraño anoche - admite - pero no te puedo decir el motivo...si lo hago faltaría a mi palabra de callar.
- A mi no tienes porque ocultarme nada mi mariposa, ¿Que no quedamos en eso el día en que nos casamos?
- Antonio no me hagas esto, no me pongas entre la espada y la pared.
- Cecilia se que tu viste lo mismo que yo, Kimberly estaba haciendo exactamente lo mismo que Santos con las tostadas y ambos ni se percataban...estoy seguro que esa niña tiene mucho que ver con él aunque Bárbara nunca haya dicho algo al respecto.
- Una cosa es que creas y otra es que sea verdad, te pido que no andes diciéndole a Santos especulaciones que posiblemente no son ciertas, ¿No te has puesto a pensar que si fuera su hija Bárbara se lo hubiera dicho hace tiempo para atarlo a ella? - repuso Cecilia fingiendo no saber sobre el tema.
- Precisamente eso es lo que no me cuadra, yo necesito aclarar muchas cosas mariposa hablamos luego - dice saliendo directo a Altamira.
- Hijo de tigre sale rayado...
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...En Altamira...

- "No eres importante en la vida de Bárbara" ¡Estupido! - inquirió Santos arrojando todos los papeles que se encontraban en su mesa al piso - Y ella que no lo contradecía...Dios malditas situaciones desesperantes, Bárbara ¿Por qué me haces esto?
- ¿Puedo pasar? - pregunta Antonio tocando la puerta del despacho.
- Entra - dice Santos dejándose caer en la silla con un gesto de angustia y desesperación.
- ¿Por qué tantos gritos y este desorden?
- No tiene caso hablar de eso...
- En fin, vine a comentarte algo que estuve pensando mucho, pero que aun no me cuadra... recuerdas que anoche dije algo, pero fui callado por Cecilia.
- Si.
- Bueno lo que yo quería expresar era que tanto tu como la pequeña Kimberly estaba haciendo lo mismo y ni siquiera se habían dado cuenta de ello.
- ¿El punto es? - dice sin prestar mucha atención.
- El punto es que quizá esa niña sea tu hija, pero lo que no entiendo es porque Bárbara no te lo habría dicho antes si tenia una loca atención por ti.
- Ay Antonio, esa niña no es mi hija por es simple hecho de que el padre de ella esta justamente en el miedo en estos momentos - murmuro Santos de mala gana.
- Eso si que es raro, no te dije alguna vez que Bárbara jamás retomo su vida amorosa con alguien...
- Pues si, pero ahí esta yo mismo acabo de verlo con Bárbara y me restregó en la cara que era el amor de ella, un pretencioso nada más.
- ¿Estas celoso?
- Yo no celo a nadie.
- Ja Santos tu no te crees eso.
- Esta bien si lo estoy, Antonio no puedo más yo quiero a Bárbara conmigo no con ese infeliz que no se merece su amor.
- No te has puesto a pensar que si Kimberly resulta siendo tu hija podrías estar más cerca de Bárbara para brindarle una familia a la pequeña.
- No lo había considerado, pero serviría.
- Hazle una de esas pruebas raras pa identificar de quien es el hijo.
- Una prueba de ADN...el dilema es que Bárbara acepte ya sabes lo terca que es.
- Tendría que hacerlo, por algo dicen el que nada debe nada teme.
- ¡Gracias Antonio! me diste la solución a mis problemas - responde incorporándose de su asiento para salir de la hacienda.
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- Esa es mi historia - aclaro Bárbara - además Santos Luzardo es el hombre del que te estaba hablando hace un rato, él es el causante de mis desgracias y el padre de mi hija, solo que no esta enterado de eso y espero que nunca lo sepa, además de eso viene detrás mio, pero me tiene harta...te juro que hace un buen rato le hubiera metido un tiro si no fuera porque lo aprecio - agrego.
- ¿Lo aprecias o lo amas?

- A que quieres llegar...
- Es obvio que amas a ese hombre, por algo todo el teatro que montaste afuera.
- ¡Porque todo el mundo se empeña en decirme lo mismo!
- Bárbara tengo que hablar contigo a solas - sentencia Santos entrando como si nada.
- Lo que tengas que decir lo puedes decir aquí, no pienso hablar contigo a solas, es un peligro exponerse a tanto.
- Si así lo quieres...quiero hacerme una prueba de ADN con Kimberly - Bárbara se puso de todos los colores con aquella petición, jamas se le ocurrió que Santos pudiera llegar a pedirle eso.
- Es terco doctor - suspiro Bárbara - cuantas veces le he dicho que ella no es su hija, pero si eso es lo que desea muy bien no hay ningún problema de todos modos la prueba saldrá negativa.
- Claro que saldrá negativa, ¡es mi hija! - repuso David metiéndose en la conversación.
- Eso ya lo veremos, sabes que tenemos que viajar a la capital ¿No?
- Por supuesto, pero no te voy a dejar hacerlo solo con Kimberly.
- Lo supuse así que te compre un boleto también, salimos mañana temprano.
- No necesito caridades de nadie, yo le daré el dinero mañana y la próxima vez por lo menos pregunte si se tiene tiempo, es un descaro que disponga de mi tiempo como si nada - le dice Bárbara cruzada de brazos con una ceja arqueada.
- Perdone usted, pero tengo prisa... nos vemos mañana - dice dejando la hacienda.
- ¿Que vas hacer? - pregunta David sintiendo la presión que traía Bárbara en los hombros.
- No lo se, pero algo se me va a ocurrir, no voy a dejar que Santos Luzardo se salga con la suya - replico Bárbara.
- Doña perdone que la interrumpa afuera hay un hombre que la esta buscando - le dice León.
- Ya salgo - contesta - Vuelvo en un segundo o quieres acompañarme a ver que es.
- Te acompaño - sonríe David.
- Buenas tardes Doña, ¿Se acuerda de mi? - pregunta Eduardo quitándose el sombrero para sorpresa de David.
- Como olvidarlo hace 10 años que no tenia noticias suyas.

- Usted nunca mando a alguien para concretar nuestro negocio luego de esa noche.
- Perdóneme, no me quedo tiempo - comentó Bárbara.
- Bueno, pero ya estoy aquí y quisiera que me vendiera algunas cabezas de ganado que necesito urgentemente - David extrañado por lo que decía Eduardo prefirió callar, no sabia a que se refería.
- Claro.
- Le ahorre el trabajo de que hiciera el contrato y aquí lo traigo, si desea puede revisarlo, ahí mismo esta la cantidad de dinero acordada la ultima vez - dice entregándole un documento.
- Parece que el documento esta bien redactado, pasemos a mi despacho para firmar - contesta conduciéndolo al lugar, allí firman los papeles y este sale dichoso.
Llego la noche y Bárbara no puedo pegar el ojo tratando de pensar que iba hacer con la dichosa prueba que le había exigido Santos, el otro tenia la ilusión de que todo saliera como deseaba, le agradaba la idea de que la pequeña fuera su primogénita y más si era hija de Bárbara, anteriormente quizás jamas hubiera querido que todo fuera así pensando que Bárbara seria una mala madre para sus hijos como lo había sido con Marisela. Kimberly estaba muy emocionada por conocer la capital, su madre no le había dicho el verdadero motivo por el cual harían el viaje, no quería que sospechara algo, sin embargo la pequeña no podía parar de sonreír aunque lo hacia también por Bárbara y el viaje con "Santos".
Bárbara se levanto antes de que despuntara el alba, estaba inquieta, ya había decidido que el brujeador los acompañaría en caso de que necesitara de su auxilio. Llegaron como a eso del medio día y Santos de inmediato hizo que fueran al hospital.
- Tenemos que sobornar a la enfermera encargada de la prueba Melquiades, pero sin que Santos se entere.
- Doña aquí las cosas son complicadas, podrían llevarla a la cárcel por ofrecerle dinero.
- Todos tienen un precio y más una enfermera que por dinero haría lo que fuera.
- Tenga cuidado.

- Mira este dinero, creo que es suficiente para que la sobornes, yo no puedo hacerlo porque por supuesto Santos Luzardo tendrá sus ojos encima de mi para prevenir que haga esto precisamente - indica entregándole algo dinero.
- Mami yo no quiero que me saquen sangre, sabes que odio las agujas - murmura la pequeña aferrándose a los brazos de Bárbara.
- No te preocupes mi niña, solo sera una cosita pequeña además es por unos exámenes de rutina para checar que todo este bien, si quieres cuando salgamos de aquí te llevo a comerte un helado de chocolate que tanto te gusta - le sonríe Bárbara haciéndole señas a Melquiades para que actué
- Esta bien, pero ¿Podríamos viajar a la playa?
- Tu si que me sales cara, pero nada más lo haré por complacerte.
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Por suerte todo salio bien en beneficio de Bárbara, Santos le había comentado que Cecilia y Antonio se les unirían al otro día en la playa, ella estaba incomoda con la presencia de Santos, pero no le quedaba de otra más que resignarse y así fue ellos 3 se marcharon a la playa luego de salir del hospital, en cuanto al brujeador, él decidió devolverse para el Arauca no quería entrometerse. Les dio la noche entre tanto y en el hotel donde se estaban hospedando les invitaron a un baile.
- Mami por favor, yo quiero ir - suplicaba la pequeña mientras su madre se negaba.
- Kimberly por Dios, me vas a enloquecer.
- Solo accede, ya estamos aquí.
- Muy bien, pero solo un rato - advirtió la castaña de mala gana.
- Te vas a poner guapísima ¿Verdad?
- ¿Tengo opción?
- No, ándale ve y deslumbra a todos esos hombres.
Ambas bajaron al salón predestinado para el baile y se sentaron allí para disfrutar del ambiente en lo que llegaban más personas. 

- Dios mio ¿Como me haces esto? se supone que debo tener fuerza de voluntad y la vistes así - susurra para si mismo entrando por la puerta fijándose en como estaba arreglada Bárbara, se había calado un vestido azul de seda que dejaba ver muy bien su esbelto cuerpo, su cabello bien cepillado suelto en cascada algo que amaba Santos de ella y traía en aroma de un perfume francés bastante peculiar, lo había comprando en la capital - No es de Dios - Santos se mantuvo alejado hasta que varias parejas comenzaron a bailar, al principio no quería, pero sin más se acerco a Bárbara y la pequeña - Bárbara ¿Bailarías conmigo?
- No muchas gracias - exclamó Bárbara mirando hacia otro lugar.
- Mami - replica la pequeña arrastrándola hacia atrás - tienes que bailar con él, no has visto esos ojos que pone cuando te ve, es que se le iluminan.
- ¿En serio?
- Si, además tu no te quedas atrás, yo te he visto que te pones nerviosa y le das unas miradas discretas que dicen muchas cosas.
- Escuincla...
- Ya mami no digas nada y ve a bailar con el guapote - sonríe la pequeña regresando con su madre junto a Santos - doctor que si va a bailar con usted, yo me voy a dormir ya porque estoy bien cansada, pero me la cuida.
- Claro que te la cuido, descansa.
- Mimi nada de trasnocharse - dice Bárbara dándole un beso en la frente para luego aceptar la mano extendida de Santos.
- ¿A que le temes Bárbara Güaimaran? - pregunta tomándola de la cintura esperando la pieza de baile.
- A mi misma - comienza a sonar la canción, una melodía conocida para ambos, no podían evitar que sus bocas esbozaran una sonrisa y dejándose llevar siguieron el ritmo de la canción.

" Tuviste el calor de sus brazos
la promesa de amor con que te entregas,
pero la suerte se ensaño contigo y 
te dejo con el alma echa pedazos...
Tu corazón quedó herido y sin perdón
ya no sabe como amar, como piedra
endureció...
Hoy el amor despierta entre tus brazos,
oye de nuevo tu canción, abre la puerta
déjalo entrar, tu puedes darle una oportunidad...
Hoy la pasión se enciende en tu regazó,
baila de nuevo tu canción, abre los ojos
de tu corazón, vuelve a entregarte por amor...
Hoy la pasión se enciende en tu regazó,
baila de nuevo tu canción, abre los ojos
de tu corazón, vuelve a entregarte por amor, amor..."