lunes, 15 de junio de 2015

Capitulo 14 "Sorpresa"


Mi cuerpo comenzó a ponerse frió, Santos alzo la mirada y sintió pánico, soltó mi mano y se levantó.
- No quiero verte morir, lo siento… - me dijo antes de caminar hacia la salida, mi cuerpo no respondía ante lo que yo quería, me decía a mí misma que necesita unir todas las fuerzas que me quedaban e impedir que se fuera de mi lado, yo lo necesitaba.
- ¡Santos no te vayas! – pude gritar con desesperación, estaba empapada, tuve que hacer mucho esfuerzo para darle la orden a mi cuerpo de que reaccionará, ya era hora de volver a mi realidad. Santos se giró y corriendo volvió a mi lado, sentí como el alma le volvía al cuerpo, solo me limite a sonreír aunque mi sonrisa fuera una débil línea en el rostro.
- Bárbara, gracias al cielo estás aquí – musitó acariciando mi mejilla casi sin creer lo que estaba pasando.
- Ya creías que te iba a dejar solo con todo el paquete eh – le dije en broma con un gesto de dolor, lo mire a los ojos fijamente y lo abrace sin importar la debilidad física que tenía, necesitaba sentir su calor para encontrarme segura de nuevo, sus brazos eran mi único refugio. 


- Te amo, te amo – me decía mientras me daba pequeños besos por toda la cara hasta terminar en mis labios, nos fundimos en un beso transmitiéndonos la necesidad que tenía el uno del otro, en mi interior di gracias por haber tenido la oportunidad de elegir qué hacer con mi destino y supe que había elegido bien, hace poco había conocido la verdadera felicidad y no quería renunciar a ella sin haberla vivido lo suficiente – No sabes el miedo que tenia de perderte…
- Mejor no pienses en eso, ya estoy aquí – respondo recostándome en la almohada, cierro los ojos por un segundo e inhalo el aire con lentitud para recobrar fuerzas, Santos me observa cauteloso, puedo sentirlo, lo único que extraño es que cuando era un “fantasma” no sentía dolor físico ni esta debilidad que me abraza.
- ¿Te encuentras bien? – me pregunta con timidez, lo miro.
- Si…- contesto brindándole tranquilidad aunque sé que no se ha convencido del todo - ¿Cuánto tiempo ha pasado?
- Una semana, la semana más eterna de mi vida Bárbara.
- ¿¡Una semana!? – repito asustada – Es mucho tiempo, yo siento como si solo hubiera pasado un día.
- Ojala hubiera sido tan solo un día – dice Santos jugando con mi mano – Bárbara tengo que ir por Arias, es necesario que te revise para asegurarnos de que estás bien – asiento con la cabeza sin muchas ganas, pero sé que es importante para Santos, así que accedo – Ya regreso – completa dándome un corto beso y saliendo de la recamara. Me entran ganas de ver a Kimberly, pero no tengo suficientes fuerzas para levantarme y lo peor de todo es que ella no sabe lo mal que me encontraba, mire hacia la puerta y note que alguien me espiaba, era una personita pequeña, de ojos azules y cabello cobrizo.
- ¿Mamá? – dijo mi chiquita entrando con algo de vergüenza, ella no debía sentirla, sino yo que le hice tanto daño ocultando la verdad.
- Lo siento – fueron las únicas palabras que salieron de mi boca, tenía que aceptar que esta vez me había equivocado con mis decisiones.
- No tengo nada que perdonarte, te he echado mucho de menos – me dijo abrazándome con ternura, por fin me sentí completa, solo me falta obtener el perdón de mi pequeña para recobrar mi felicidad.
- Te extrañaba tanto Mimi, tanto…- le dije con lágrimas amenazando salir.
- ¿Puedo hacerte una pregunta? – me dice con cautela.
- Claro – respondo con curiosidad.
- Quizás soy pequeña…pero solo de estatura eh – dejo escapar una leve risa mientras ella continúa – Todos los adultos no me permitían verte y me hacían creer que todo el tiempo estabas dormida, sé que es así, estabas en un sueño profundo, pero todo porque estabas enferma – la observo con los ojos bien abiertos, ¿Cómo es posible que mi chiquita hable de esta manera?- Después de todo esto que te digo, me atrevo a preguntarte ¿Nunca me dejaras sola verdad?


- Por supuesto que no – me limito a decir abrazándola de nuevo, todo lo que me ha pasado solo me ha traído como lección que debo disfrutar a partir de hoy cada momento que tenga con las personas que amo, debo renunciar a esos miedos de perder todo lo que tengo. Santos entra de nuevo junto con el doctor, quien rápidamente se acerca para monitorearme.
- Déjeme decirle Doña que está fuera de cualquier peligro, es posible que sienta dolor corporal, pero con un analgésico mañana se sentirá como nueva – sentencia Arias guardando sus implementos en la pequeña maleta que carga.
- Dios lo oiga y muchas gracias por atenderme – le digo con cortesía, Santos me mira y acompaña al doctor hacia la salida.
- Mami, no había tenido la oportunidad de decirte que tengo la mejor familia que pudiera desear – me siento orgullosa y feliz de sus palabras, no hay nada más gratificante para una madre que escuchar que su hija tiene lo que desea.
- Que te puedo decir princesa, tienes un papá maravilloso, hecho y derecho y lo más importante que te ama con todo el corazón.
- Eso es cierto – Dice Santos saliendo tras la puerta, se sienta a mi lado quedando así ambos frente a nuestra hija.
- Me gusta verlos juntos – sonríe Kimberly bajando de la cama, me da un beso en la mejilla, repite la acción con su padre y sale de la recamara dejando un silencio en el lugar. Santos gira su cabeza hacia mí, me observa sin decir nada, yo hago lo mismo, me encanta perderme en la seriedad de su mirada y aun no entiendo cómo es posible que un hombre tan perfecto como él se haya fijado en alguien como yo. En su boca se dibuja una sonrisa, pero solo sigue mirándome.
- Parece que te alegras de verme – murmuro con ironía.
- Siempre me alegro de verte Bárbara, aunque ahora mucho más –replica.
- No puedo ni quiero imaginar mi vida sin ti, Santos. Te amo tanto que me da miedo.
- Yo también mi amor – me estrecha entre sus brazos – No hay que tenerle miedo al amor, solo hay que saber cómo mantener la llama ardiendo cada día y contigo es imposible que se extinga – sus palabras me hacen tanto bien.

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La enfermedad no es causada solo por accidentes o virus, también por la angustia del alma, pero cuando esta se libera de toda la carga que lleva consigo, el cuerpo se recupera inmediatamente, por algo dicen que el cuerpo y el alma son uno solo y se necesitan para subsistir. Precisamente eso fue lo que me paso a mí, las mentiras, el dolor y todos esos problemas que me estaban asechando carcomían mi alma poco a poco hasta que exploto y se convirtieron en síntomas físicos que pudieron costarme la vida. Es importante estar bien consigo mismo para poder transmitir sentimientos positivos a quienes nos rodean, prometí hacer un cambio en mi vida y centrarme solo en lo que verdaderamente importa, dejando el rencor atrás para encontrarme en paz.
El tiempo transcurrió deprisa, las heridas corporales fueron curadas con medicamentos, pero esas heridas del corazón solo las pudieron sanar el amor de mi hija y mi Santos, quienes estuvieron más atentos que nunca, tengo que reconocer que aunque me gusta ser el centro de atención en ciertas cosas, cuando se habla de enfermedad no me agrada tanto porque me siento inútil. En un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba cabalgando en mi lugar favorito "La Poza de los Suspiros", era la tarde de un viernes, quise dar un paseo sola para encontrarme conmigo misma; me senté a la orilla del agua para meter solo los pies, respire hondo y me deje sumergir por mis pensamientos, me gustaba pensar de vez en cuando en la vida. Sentí unas manos que me tomaban por la cintura, pero supe que era mi Santos por su inigualable perfume.

- Hola - me dijo suavemente.
- Hola - le respondo girando mi cabeza para mirarlo a los ojos y saludar con un beso.
- ¿Qué haces aquí tan solita? - me pregunta tomando asiento junto a mi.
- No lo se, sentí la necesidad de tomar un paseo.
- Eso esta muy bien,¿En que estabas pensando?
- En todo lo que hemos vivido, en mis hijos...- desvió la mirada hacia el agua cristalina - A veces pienso que habría sido de ese niño que perdimos.
- Yo también pienso mucho en él y me digo a mi mismo que quizás hubiera sufrido bastante.
- ¿Por qué lo dices?
- Ambos no teníamos la mejor relación y considero que no hubiera sido bueno que creciera en un ambiente de peleas y dolor - replica Santos abrazándome.
- Es cierto, aunque el terminaría por unirnos.
- Tal vez, pero yo estaba demasiado confundido y no creo que soltaría tan fácil.
- ¿No te suena mucho la idea de tener hijos?
- Claro que me suena, tenemos una niña preciosa, pero sabes...por ahora no quisiera, primero me gustaría que conformáramos una familia solida para que nuestros hijos crezcan con el amor de un hogar y por supuesto que tu y yo tengamos una estabilidad en nuestro amor - me explica con una sonrisa.
- Es verdad, siento que actualmente es suficiente con ver crecer a Kimberly y ya en futuro veremos que pasa.
- Cambiando de tema, ¿Recuerdas que hoy tienes chequeo con el doctor para saber como va tu salud? 
- Puff, todo iba tan bien hasta que dijiste eso - resoplo torciendo el gesto.
- Ni modo, mi amor...sabes que tenemos que ir - contesta ofreciéndome su mano para levantarme.
- No quiero ir - replico aceptando su mano.
- Solo es un chequeo rutinario, no pasará nada - me asegura mientras caminamos hacía el auto.
- No tengo opción.
- Para animarte ¿Que te parece si luego te invito a cenar? - me propone con dulzura a la vez que me dedica una de esas sonrisas coquetas.
- Pero Kimberly...
- Mimi esta muy bien jugando con su primo - me interrumpe a la vez que emprendemos el camino hacia el pueblo.
- ¿Ya lo tenias todo planeado? - pregunto arqueando la ceja.
- Se podría decir que si 

- Oye, cambiando de tema, ya que eres mi abogado, ¿Qué ha pasado con mi hacienda? 
- Sabes que se demora un poco eso de los tramites para demandar a ese tipo, además recuerda que estuviste muy mal y no tenia cabeza para pensar en otra cosa que no fuera tu recuperación - responde sin desviar la mirada del camino - Te prometo retomar el caso mañana mismo, solo te puedo decir que no será fácil demostrar que todo fue una estafa.
- Siendo realista, estoy segura que no hay manera de que la ley se ponga de mi lado, siempre ha sido injusta y solo prevalece la selección natural - suspiro - lo único que me da tranquilidad es que seré como la sombra de Eduardo y cuando de un mal paso allí estaré yo para recuperar lo que me pertenece y hundir a ese desgraciado.
- Me da miedo cuando hablas así, pero lo dices con tanta seguridad que lo siento real - me dice Santos dándome una mirada casta. Parquea la camioneta frente el consultorio de Arias, me bajo sin muchas ganas, pero pienso que entre más rápido salga de esto mejor para mi.
- Amor, ¿Me perdonarías si no te acompaño?, es que necesito ir por unos papeles de la hacienda a la jefatura.
- No pues ya que, anda - le digo - igual esto no es algo del otro mundo, si quieres nos vemos en el parque en un rato.
- Me parece muy bien, te amo - me susurra al oído para después besarme con pasión y dulzura a la vez, luego me suelta; toma su rumbo hacia la jefatura. Me quedé ahí parada viéndolo alejarse y de un impulso fui tras de él.
- Santos - le grito alcanzándolo, el se gira para verme.
- ¿Que pasa? - pregunta un poco asustado.
- Solo quería preguntarte algo...
- Dime
- ¿Sabías que tienes la boca más exquisita del mundo? - le digo dejando que mis mejillas se tiñan un poco de rosa por el comentario, el me dedica una mirada picara a la vez que esboza una sonrisa socarrona.
- ¿Ah si? - musita orillándome contra la pared sin parar de sonreír.
- Ehh - titubeo.
- Pues es toda tuya - responde dejándome probar una vez más sus labios - únicamente tuya Bárbara Guaimaran - me besa.
- Me encantas - le digo mordiendo su labio inferior.

- No más que tú a mi, pero mejor dejamos esta conversación para la noche ¿No?, se nos hace tarde
- Tu siempre tan aguafiestas - le pongo los ojos en blanco mientras me suelto de sus brazos.
- Digamos que un poco.
- Mucho diría yo - contesto devolviendome hasta la puerta del consultorio 
- Que falta de modales, ¿Ya no te despides? - me grita junto a la pared.
- No te lo mereces, hablamos en el parque doctorcito - le digo a la vez que entro.
- Que mujer - niega Santos con la cabeza.
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- Buenas tardes Bárbara, había pensado que no vendría - replica el doctor al observarme entrar en su despacho.
- Pues aquí estoy, más bien dígame ¿Para que soy buena?
- Solo le voy hacer un chequeo general y por supuesto unos exámenes cortos para asegurarme que todo este en perfecto estado.
- Por favor no pierda el tiempo hablándome y mejor actué para poder irme.
- Usted no cambia.
- En realidad es que visitarlo a usted no es mi cosa favorita y prefiero hacer algo productivo.
- Ay Doña - se ríe - hágame el favor de ir a tomarse esta muestra de orina - me pasa un tarrito pequeño, arqueo las cejas y lo tomo.
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- Muy bien Bárbara déjeme decirle que yo la encuentro perfectamente, solo falta checar los exámenes que le acabo de practicar y se podrá ir.
- Por fin - suspiro, el doctor abre un sobre sacando los resultados y revisa atentamente el papel, todo parece estar bien hasta que llega a un punto donde su gesto cambia indicando sorpresa - ¿Pasa algo?
- Obsérvelo por usted misma - me pasa el papel y me indica donde leer.

- Leucocitos, eritrocitos bla bla bla...nada importante - me detengo en una frase - espere...Embarazo: Positivo - todos mis músculos se tensan - Esto tiene que ser una mentira, no, no...
- Felicidades.
- ¿Felicidades?, ¿Que demonios voy hacer?