martes, 27 de mayo de 2014

Capitulo 11 " En la clínica"





- Sí te quedas aquí te vas a morir mi niña, por favor regresa a Altamira y entregale esto a Santos - le entregue el libro, suspire - Escúchame muy bien, sé que has esperado mucho tiempo a que te diga esto y jamás pensaste que lo haría en estas circunstancias, pero no hay de otra - me miraba fijamente a la vez que escuchaba con atención - Santos Luzardo es... - trague en seco - es tu verdadero padre.
- ¡¿Santos?! 
- Si - conteste resignada - Vete ya y espero me puedas perdonar, recuerda que te amo... - susurre viéndola correr hasta Altamira, ya no tenía más fuerzas para soportar lo que se me venía encima, deje de oír, de sentir y mi cuerpo ya no fue mi cuerpo; supe que había llegado el fin. Estoy segura que me desmaye porque solo recuerdo que mi visión se nubló y escuche algunos gritos que provenían de la voz de un hombre. Ese hombre era Santos que a lo lejos alcanzo a ver demasiado humo y se acercó a mirar que paso.

- ¡Bárbara! - gritó viéndome bajo los escombros, en medio de la desesperación pudo sacarme antes de que todo explotara, caímos al piso; tomo mi rostro con suavidad y lo acaricio, algunas lágrimas se escaparon de sus ojos mientras entrelazaba sus manos en las mías sintiendo el frío de la muerte. Me subió hasta la camioneta y sin pensarlo dos veces me llevo al hospital - ¡Ayúdenme por favor!, mi mujer se está muriendo - sollozó, me dio una última mirada antes de que me internaran y me susurro al oído - Tú eres fuerte mi amor, de cosas peores hemos salido así que tienes que luchar...Te amo.
- Haremos todo lo que esté en nuestras manos Santos - le respondió el doctor al verlo tan angustiado.
- Gracias - dijo sentándose en la sala de espera. Al rato llegaron Cecilia, Antonio y Kimberly para averiguar por mí.
- ¿Que ha pasado con Bárbara? - pregunta Cecilia.
- No se tía, no sé...pero seré sincero, tengo miedo como aquella vez.
- Santos confía, todo estará bien - le dijo Cecilia tratando de consolarlo.

- Perdí mucho tiempo en mis malditas confusiones y ahora me arrepiento, en este momento la mujer de mi vida se está debatiendo entre la vida y la muerte mientras yo me lamento por no haber disfrutado cada minuto que me regalaban junto a ella - comento, dejando que sus pensamientos lo inundaran, Kimberly miro hacia abajo y le entregó el libro.
- Santos...esto me lo dio mamá cuando estábamos en la chusmita y me pidió que te lo entregara, también me dijo algo que podría cambiar muchas cosas - Santos estaba a punto de abrir el libro, pero sin querer se le cayó haciendo que el sobre saliera a la luz, este lo tomo y en ese instante salió el doctor.
- Familiares de la señora Bárbara Güaimaran...
- ¡Nosotros doctor! - contesto Santos incorporándose de su asiento, guardando de nuevo el sobre en el libro - ¿Cómo esta ella?
- Corrió con mejor suerte de la que esperamos, cuando usted la trajo aquí estaba casi sin signos vitales - Santos suspiro y cerró los ojos - sus pulmones están completamente llenos de humo.
- ¿Eso qué quiere decir doctor? - pregunto Santos recuperando el miedo que tenía.
- En estos momentos sus pulmones no responden y no podrá respirar por sí sola, lo que nos tememos es que su cuerpo rechace el oxígeno de una máquina y ella...
- Ni siquiera lo piense - lo interrumpió Santos.
- Santos...estoy siendo realista - le dijo sin darle muchas esperanzas - como médico mi labor es hablar con la verdad por muy dolorosa que pueda ser
- Doctor lo necesitan urgente en la habitación de la paciente Güaimaran - vino agitada una enfermera pidiéndole ayuda al doctor.
- Disculpen...- dijo el doctor corriendo hacia mi cuarto mientras a Santos lo carcomían los nervios.
- ¡Enfermera! - grito Santos desesperado deteniéndola - ¿Qué pasó con mi mujer?
- Señor, no estoy autorizada para brindarle ese tipo de información - respondió la enfermera.
- Pero si yo soy su esposo.
- Lo siento, tan solo le puedo decir que ella se encuentra en la habitación 708 - continuó dejándolo solo.
- Habitación 708 - murmuro - Tía cuida de Kimberly, voy a subir a ver qué pasa con Bárbara.
- Santos... - dijo Kimberly con voz entrecortada - ¿Verdad que mi mamá se pondrá bien?

- Claro que sí, ella es muy fuerte y no puede dejarnos solos - contestó abrazando a mi pequeña hija, Mimí sintió seguridad con ese abrazó fue algo que le devolvió las esperanzas, pero fue un abrazo extraño para ella sabiendo ya que él era su padre.
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- El trabajo quedo hecho patrón.
- Sabía que podía confiarte este trabajo - replico Eduardo llevando un poco de Whisky a su boca - ¿Estás seguro que la mujer esa murió?
- Pues no tenía salida, así que dudo mucho que haya podido sobrevivir...
- Tienes razón, pero ¿Si alguien la saco?
- Vea jefe, estuve bastante tiempo observando como el lugar se consumía en llamas y si la llevaron al hospital sus pulmones debían estar invadidos de humo, es decir que no puede respirar, además el humo provocaría daños en sus órganos e incluso subir hasta la cabeza provocando muerte cerebral.
- Pero en vez de sicario deberías meterte de médico - respondió sirviéndole al sicario un poco del fuerte licor para brindar por mi supuesta muerte - ¡Que satisfacción saber que por fin acabe con esa arpía!
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Santos me observaba desde la puerta, temiendo lo peor.
- ¿Qué le pasó a mi mujer? - pregunto muy asustado.
- Lamento decirle que su organismo no quiere recibir el oxígeno - le dijo matando todas sus esperanzas sobre mi vida, Santos me dio una última mirada y yo sentí un fuerte dolor que me hizo gemir, lo que había sucedido era que mis pulmones se habían expandido permitiéndome respirar de nuevo.

- ¡Bárbara!, gracias Dios - sollozó Santos mirando el cielo para luego acercarse más a mí.
- Déjenme decirles que es un milagro que la señora Güaimaran aun siga viva, la daba por muerta - nos dijo y luego salió de la habitación junto con las enfermeras.
- ¿Cómo te sientes? - me pregunto al fin Santos dedicándome una mirada de dulzura y alivio.
- Un poco adolorida - respondí con dificultad.
- Tuve miedo por ti, debo confesarte que creí que no saldrías de esta a pesar de saber que eres fuerte.
- Aun no tengo intenciones de morirme - le dije esbozando una sonrisa - ¿Sabes por qué?
- No...
- Porque antes debo recuperar todo el tiempo perdido y lo hare a tu lado - Santos acaricio mi rostro para luego suspirar.
- No podría concebir mi vida sin ti, eres el motivo por el cual me levanto todas las mañanas y solo verte sonreír llena de una inmensa dicha mi alma ¿Entiendes cuánto te necesito? - no pude evitar que una lagrima rodara por mis mejillas, amaba a Santos demasiado y escuchar sus palabras me hacían entender por fin que siempre me amo, nuestra relación no había sido algo pasajero sino algo que duraría toda la vida, ahora sabía que era cierto cuando me susurraba al oído " Eres la mujer más hermosa" y yo creía que se lo decía a toda mujer que se le pasará por el frente.

- Te amo, te amo y te necesito... - conteste sin poder pronunciar más palabras, me beso y vi que sus ojos buscaban los míos, gire la cabeza hacía la puerta donde observe que se encontraba mi pequeña tras el marco.
- Mamá - me dijo con sus ojos llenos de lágrimas, su voz temblaba. Se acercó a mí y no me quiso abrazar, tenía miedo de hacerme daño - ¿No me vas a dejar sola verdad?
- Claro que no, tengo que verte crecer para sentirme muy orgullosa de ti mi niña - la abrace, aún seguía temblando, ella tosió y se desvaneció en mis brazos, me asusté mucho y vi su boca...tenia sangre - ¡SANTOS! - grite desesperada sin saber qué hacer, Santos tomo a mi hija y la llevo a urgencias, comencé a respirar con dificultad, en ese momento no entendía que había pasado.
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- ¿Que paso? - dijo Cecilia aterrada al ver restos de sangre en la camisa de Santos.
- Kimberly - fue lo único que alcanzo a decir ya que el doctor se acercó a dar noticias de mi hija.
- Kimberly está en un estado bastante crítico, parece ser que tenía un sangrado interno y a penas pudimos descubrirlo. Los sangrados internos suelen ser silenciosos porque no son visibles.
- ¡Bárbara! - me nombro Santos recordando que yo estaba sola y desesperada sin saber de mi hija - Doctor podría continuar informándome acerca de Kimberly en la habitación de la madre por favor, pienso que ella es la más interesada - dijo caminando con el doctor hacia mi cuarto.
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- Por lo que les acabo de explicar, debemos operar a la niña sin perder tiempo o ella morirá.
- ¿Y que está esperando para hacerlo? - le respondí, Santos me tenía tomada de la mano y podía sentir que estaba igual de asustado que yo.
- Lo que pasa es que necesitamos sangre y por lo que observe en el expediente clínico ella tiene un tipo de sangre bastante difícil de conseguir y lo que es peor aún solo puede recibir la sangre de sus padres por su edad - recordé que su tipo de sangre era A- y me lleve las manos a la cara, no estaba pensando coherentemente.
- Sáqueme toda la sangre que sea necesaria - le dije de un impulso sin ser consiente que yo no podría donarle por mi debilidad, el único que podía era Santos, pero él no lo sabía.
- Señora sabe muy bien que usted no puede donarle...

- ¿¡Entonces que quiere que haga!? No puedo dejar morir a mi hija - grite llorando.
- Cálmese, necesitamos al padre quizás él sea compatible - mis mejillas se tiñeron de blanco, estaba pálida.
- El padre está fuera del país - dijo Santos, cada vez más respiraba menos.
- Lo siento mucho, no puedo hacer nada más - contesto el doctor, mi respiración se agito.
- ¡NO! - grite.
- ¿Qué pasa? - dijo el doctor mirándome mientras lloraba y trataba de hablar.
- El padre de mi hija si esta - dije sin más.
- ¿Cómo? - pregunto Santos - David está de viaje, ¿Recuerd...- lo interrumpí.
- No Santos no, ¡EL VERDADERO PADRE DE MI HIJA ERES TÚ! - respondí cerrando los ojos.

- ¿¡QUE!? - grito Santos mientras soltaba mi mano, el doctor nos pidió que hiciéramos silencio y se lo llevo para que pudieran realizarle la operación a mi hija.
...Horas después...
Santos se encontraba en la sala de recuperación, por suerte todo había salido muy bien, él por su parte estaba atónito, tomo el libro donde yo había escondido el sobre y lo saco.
- Prueba de paternidad: Santos Luzardo - leyó en voz alta abriendo el sobre - Resultado: + Positivo.