lunes, 2 de junio de 2014

Capitulo 12 "Rencor"


...Horas después... Santos se encontraba en la sala de recuperación, por suerte todo había salido muy bien, él por su parte estaba atónito, tomo el libro donde yo había escondido el sobre y lo saco. - Prueba de paternidad: Santos Luzardo - leyó en voz alta abriendo el sobre - Resultado: + Positivo - su semblante cambio radicalmente al leer el contenido.
Me hallaba intranquila en mi habitación, sabía que Kimberly estaba fuera de peligro, pero me preocupaba Santos, tenía miedo de su reacción, había visto bastante molestia en sus ojos antes de salir, cerré los ojos por un momento y al abrirlos de nuevo observe a Santos parado frente a mí con el sobre en sus manos.
- Santos...perdóname - le dije con un nudo en la garganta.
- ¿Por qué? Bárbara ¿Por qué? - contesto acercándose un poco, dándome una mirada de frustración y molestia.
- Yo no quería - susurré bajando la cabeza, el me tomo por los hombros obligándome a mirarle.

- ¿Hasta cuándo pensabas ocultármelo?, sabías perfectamente la ilusión que tenía cuando hicimos la prueba Bárbara - me dijo casi a gritos - Yo tenía derecho a saberlo, ¿Por qué demonios tenía que enterarme así?
- No tenías todo el derecho - me defendí - recuerda que te largaste con mi hija para la capital.
- No tienes que sacármelo en cara todo el tiempo, el pasado déjalo atrás, sabes perfectamente que si yo me hubiera enterado de que tenía una hija contigo me hubiera hecho cargo.
- La noticia me tomo por sorpresa, en ese momento estaba sola y dolida contigo Santos, ¿Que querías que hiciera? 
- ¡Avisarme!
- Claro para que hicieras lo mismo que la otra vez donde me decías que todo era una trampa para amarrarte ¿No?
- No te hagas la víctima, se te paso la mano Bárbara...si tú no hubieras dicho la verdad nuestra hija habría muerto.
- Jamás lo hubiera permitido Santos, la amo más que a mi vida.
- Siempre tienes una forma de amar tan extraña, crees que la mejor manera es ocultar la verdad - inquirió frunciendo el ceño.
- Déjame, así puedo proteger a quien amo...así soy yo y si te gusta bien y si no puedes largarte de mi vida.
- Bárbara, una madre no cría a una hija a base de mentiras...

- Ay no me digas, "Me preocupaba tanto tu opinión sobre como crie a Kimberly" - dije con ironía rodando los ojos.
- Yo sé que hiciste un buen trabajo con ella estos años, pero lo único que no comparto es que no me hayas permitido conocer la verdad.
- Bueno ya perdón, me equivoque... - le dije alzando los hombros.
- ¿Tú crees que con un simple perdón se va a solucionar todo? ¿Crees que con eso podrás llenar el vacío que tú misma le ocasionaste a nuestra hija?, me canse de tus mentiras Bárbara - me respondió dándose la vuelta y salió de la habitación dejándome sola.
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Los días transcurrieron lento, Santos no volvió a visitarme en lo que me dieron de alta, todo con mi hija marchaba bien, pude verla en varias ocasiones y la sentí bastante distante conmigo, supe que todo era por lo de su padre. Al fin me dieron de alta y como no tenía más opción me quede en Altamira, pero las miradas y palabras de Santos eran tan cortantes que me sentía incomoda. Kimberly y Santos estaban más unidos que nunca, ella dormía con él, salían a comer, trataron de recuperar el tiempo que yo misma les negué para compartir juntos. Estaba cansada del desprecio de Santos, pero me dolía más el de mi hija, necesitaba hacer algo urgente para poder recuperarla. Salí un momento al jardín para tomar aire, Santos paso por mi lado fingiendo indiferencia.
- Tenemos que hablar - lo llamé cogiéndole su brazo.

- Suéltame por favor, no tienes que cogerme para hablar - lo solté y suspire.
- ¿No me piensas perdonar nunca?, no me gusta convivir con alguien que todo el tiempo me mira con frialdad.
- Entonces quieres que sonría por tus mentiras - me dijo con dureza.
- Ya Santos, mira que son contadas las veces que le he pedido perdón a un hombre, además por tu culpa Kimberly tampoco me habla.
- ¿Por mi culpa?, por Dios Bárbara tu misma te has buscado lo que te pasa, si hubieras sido sincera desde un principio nada de esto estaría pasando.
- ¡No puedes entender que yo tenía miedo de volver a confiar en ti! - grite perdiendo la cordura - No quería un motivo para estar atada a ti y se lo dije a Cecilia, pero desgraciadamente tenía a nuestra hija; no digo que ella sea un error porque es la bendición más grande que me pudieron dar, pero no quería nada tuyo ¿Comprendes?
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...El Miedo...
- Me aseguraste que Bárbara Güaimaran estaría muerta imbécil, ¿Se puede saber que paso? - hablaba molesto Eduardo enterándose de mi salud.
- Perdone patrón no creí que Santos Luzardo se interpusiera en nuestro camino - se excusaba aquel sicario.
- Pues deberías pensar en eliminar también a ese doctorcito que no ha hecho más que dañar mis planes. 
- Es solo que usted lo mande.

- Mmmm no por ahora no me conviene borrarlo del mapa, ya que la mujer tiene más vidas que un gato sufrirá tanto que deseará la muerte y para eso nos servirá su querido Santos - dijo pasándose una mano por la barbilla tramando algo en mi contra.
- Tiene una mente tan macabra señor, pero me interesa...
- Ya te contaré mis nuevos planes, por el momento dejemos todo en calma tenemos que evitar sospechas, pero algo si te quiero pedir...oí por ahí que el doctor está bastante enojado con Bárbara por ocultarle la verdad sobre su hija, encárgate de que no se reconcilien, es más que la odie con todas sus fuerzas.
- Si me permite, me tomare algunos días para investigar a Santos Luzardo y así poder actuar en contra de la Doña.
- Esta bien, tu sabes cómo haces las cosas, pero que no sea mucho tiempo necesito que sufra.
- Así será patrón, cuente con eso.
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- El ambiente en la hacienda está bastante tenso Mariposa - susurro Antonio mientras abrazaba a su esposa.
- Mi sobrino es muy firme en lo que decide y no está dispuesto a perdonar a Bárbara, me da un poco de lastima - respondió Cecilia.

- Es que ocultar un hijo es algo de gran gravedad, no quiero estar en los zapatos de ellos y nosotros aquí viviendo en Altamira porque están arreglando la casa.
- La verdad me gustaría regresar a casa pronto, pero sabes que me duele, que Bárbara y Santos se aman demasiado, pero el orgullo de ambos es tan grande que no quieren ceder y por fin ser esa familia que tanto han anhelado...Deberías hablar con él y convencerlo de que perdone a Bárbara.
- Mariposa me encantaría hacerlo, pero en realidad no quiero meterme en este problemón, tu y yo no tenemos derecho de opinar frente a esto, mejor esperemos que ellos mismos puedan solucionar sus diferencias.
- Siento impotencia por no poder ayudar a Bárbara, he visto como la mira Santos y duele, se le sale lo Luzardo y no hay quien lo pare.
- Algo que detesta Santos es que le mientan.
- No estoy de acuerdo con que Bárbara le haya ocultado la verdad, pero la entiendo de cierto modo...fíjate que es complicado volver a confiar además Santos no tomo muy bien que digamos la noticia de que ella estaba embarazada la otra vez, quizás por eso tuvo miedo.
- Ambos son culpables de su sufrimiento en estos momentos.
- Pero la más afectada es su hija, Kimberly es la única inocente aquí y tiene que padecer las peleas constantes de sus padres luego de recibir una impactante noticia.

- Eso es lo que más tristeza me da, pero cambiando de tema nadie se ha preguntado quien fue el causante del accidente de Bárbara y la niña.
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...En Altamira... 
- No se supone que me amas o eso dices, como en ti ya no se puede creer - contesto Santos a lo que pensé podría ser mi última jugada ante la desesperación.
- ¿Que tiene que ver lo que sienta por ti en esto? - pregunte sin entender.
- El amor se basa en la confianza, así que debiste confiar en mis sentimientos hacia ti y no dudar de que jamás te volvería hacer sufrir.
- Tú te contradices tanto Santos, antes decías que me amabas, pero no confiabas en mi ¿Cambiamos de papeles? - inquirí arqueando las cejas - por otro lado me estás diciendo que jamás me harías sufrir y ¿Que se supone estás haciendo en estos momentos con tu desprecio? - trago en seco y me atrevo a decir que se sintió culpable por mis palabras, todo era cierto, el me juzgaba sabiendo que antes había actuado como yo, sabía que mis errores eran mayores, pero como él había inquirido si él me amaba tanto podría ceder y perdonarme, pero no fue así, entonces ¿Dónde estaba ese amor que tanto me juraba?
- En ese tiempo era diferente - dijo al fin terminando con el silencio que había entre ambos - mi desconfianza hacia ti era por asesinatos y mira que no me equivoque.
- A ti no te afectaba en nada lo que yo hiciera o dejara de hacer, pero ese afán tuyo de civilizar todo lo que tocas no te permitía amarme sinceramente, ahora lo entiendo.
- ¿Tú crees que no te amo realmente? 

- Exacto - dije cruzándome de brazos.
- Si así son las cosas lo mejor es que tomemos caminos distintos, hemos luchado mucho por estar juntos, pero parece que no estamos hechos el uno para el otro...no soporto tus mentiras así como tú no soportas mi "afán de civilizar"
- No te lo tomes tan apecho Santos - complete sintiendo que todo se estaba yendo al extremo, tenía miedo de perder una vez más.
- No Bárbara, estoy siendo claro, lo nuestro acabo ese día en el hospital - sentí que me desplomaba al oír su última frase, tan solo con su mirada me decía adiós y eso me hacía perder el deseo de seguir - me duele que lo nuestro no haya podido funcionar, pero yo me quedare con mi hija y tú podrás rehacer tu vida con alguien más - nunca lo oí hablar tan en serio, tuve miedo.
- Deja el drama, no es para tanto - conteste sin darle mucha importancia, me sentí un poco mareada.
- ¿Drama? Bárbara estoy hablando en serio.
- Santos...
- ¿Qué quieres?

- No me siento bien - dije mientras todo me daba vueltas, comenzó a faltarme el aire y todo se nubló para mí, Santos se asustó al verme convulsionar en el suelo y se tensó. Mandó a uno de los peones por un doctor y espero a que dejara de convulsionar para llevarme a su habitación en lo que llegaba el doctor. Llegó Arias y antes de que se me pudiera acercar comencé a convulsionar de nuevo.
- ¡Tómela! - grito el doctor viéndome en ese estado, Santos siguió sus órdenes y lograron estabilizarme inyectándome, pero lo único que pudieron hacer para mantenerme con vida fue entubarme, Santos sintió desvanecerse al verme tan mal, se sentía culpable porque el doctor le había dicho que una alteración provocó mi recaída.
- Lo siento Santos, Bárbara entró en estado de coma - dijo sin darle muchas esperanzas - en este momento solo nos queda esperar un milagro, son muy pocas las personas que llegan a reaccionar, pero no pierda la fe - Santos no dijo nada - Iré al pueblo por algunas cosas y regreso lo más pronto que pueda, este atento a cualquier cambio.
El doctor abandono la recámara y Santos se llevó una mano a la cara tratando de que una lágrima no rodara por sus mejillas, se sentó junto a mí y me miro.
- Perdóname yo no quería hacerte daño - musito acariciando un mechón de mis castaños cabellos, cerró los ojos y creyó que su vida perdía sentido - Yo tengo la culpa de todos tus males, sé que no te supe amar como lo merecías, pero te necesito mi amor, me duele más imaginar que me dejaras aquí sin ti - en ese momento solo podía pensar que no volvería a ver aquellos ojos azules que lo deslumbraban, aquella sonrisa que lo volvía loco, tenía el alma destrozada, saber que yo me encontraba en coma lo deprimía y lo convertía en una persona pesimista - nunca quise hacerte sufrir...

 

martes, 27 de mayo de 2014

Capitulo 11 " En la clínica"





- Sí te quedas aquí te vas a morir mi niña, por favor regresa a Altamira y entregale esto a Santos - le entregue el libro, suspire - Escúchame muy bien, sé que has esperado mucho tiempo a que te diga esto y jamás pensaste que lo haría en estas circunstancias, pero no hay de otra - me miraba fijamente a la vez que escuchaba con atención - Santos Luzardo es... - trague en seco - es tu verdadero padre.
- ¡¿Santos?! 
- Si - conteste resignada - Vete ya y espero me puedas perdonar, recuerda que te amo... - susurre viéndola correr hasta Altamira, ya no tenía más fuerzas para soportar lo que se me venía encima, deje de oír, de sentir y mi cuerpo ya no fue mi cuerpo; supe que había llegado el fin. Estoy segura que me desmaye porque solo recuerdo que mi visión se nubló y escuche algunos gritos que provenían de la voz de un hombre. Ese hombre era Santos que a lo lejos alcanzo a ver demasiado humo y se acercó a mirar que paso.

- ¡Bárbara! - gritó viéndome bajo los escombros, en medio de la desesperación pudo sacarme antes de que todo explotara, caímos al piso; tomo mi rostro con suavidad y lo acaricio, algunas lágrimas se escaparon de sus ojos mientras entrelazaba sus manos en las mías sintiendo el frío de la muerte. Me subió hasta la camioneta y sin pensarlo dos veces me llevo al hospital - ¡Ayúdenme por favor!, mi mujer se está muriendo - sollozó, me dio una última mirada antes de que me internaran y me susurro al oído - Tú eres fuerte mi amor, de cosas peores hemos salido así que tienes que luchar...Te amo.
- Haremos todo lo que esté en nuestras manos Santos - le respondió el doctor al verlo tan angustiado.
- Gracias - dijo sentándose en la sala de espera. Al rato llegaron Cecilia, Antonio y Kimberly para averiguar por mí.
- ¿Que ha pasado con Bárbara? - pregunta Cecilia.
- No se tía, no sé...pero seré sincero, tengo miedo como aquella vez.
- Santos confía, todo estará bien - le dijo Cecilia tratando de consolarlo.

- Perdí mucho tiempo en mis malditas confusiones y ahora me arrepiento, en este momento la mujer de mi vida se está debatiendo entre la vida y la muerte mientras yo me lamento por no haber disfrutado cada minuto que me regalaban junto a ella - comento, dejando que sus pensamientos lo inundaran, Kimberly miro hacia abajo y le entregó el libro.
- Santos...esto me lo dio mamá cuando estábamos en la chusmita y me pidió que te lo entregara, también me dijo algo que podría cambiar muchas cosas - Santos estaba a punto de abrir el libro, pero sin querer se le cayó haciendo que el sobre saliera a la luz, este lo tomo y en ese instante salió el doctor.
- Familiares de la señora Bárbara Güaimaran...
- ¡Nosotros doctor! - contesto Santos incorporándose de su asiento, guardando de nuevo el sobre en el libro - ¿Cómo esta ella?
- Corrió con mejor suerte de la que esperamos, cuando usted la trajo aquí estaba casi sin signos vitales - Santos suspiro y cerró los ojos - sus pulmones están completamente llenos de humo.
- ¿Eso qué quiere decir doctor? - pregunto Santos recuperando el miedo que tenía.
- En estos momentos sus pulmones no responden y no podrá respirar por sí sola, lo que nos tememos es que su cuerpo rechace el oxígeno de una máquina y ella...
- Ni siquiera lo piense - lo interrumpió Santos.
- Santos...estoy siendo realista - le dijo sin darle muchas esperanzas - como médico mi labor es hablar con la verdad por muy dolorosa que pueda ser
- Doctor lo necesitan urgente en la habitación de la paciente Güaimaran - vino agitada una enfermera pidiéndole ayuda al doctor.
- Disculpen...- dijo el doctor corriendo hacia mi cuarto mientras a Santos lo carcomían los nervios.
- ¡Enfermera! - grito Santos desesperado deteniéndola - ¿Qué pasó con mi mujer?
- Señor, no estoy autorizada para brindarle ese tipo de información - respondió la enfermera.
- Pero si yo soy su esposo.
- Lo siento, tan solo le puedo decir que ella se encuentra en la habitación 708 - continuó dejándolo solo.
- Habitación 708 - murmuro - Tía cuida de Kimberly, voy a subir a ver qué pasa con Bárbara.
- Santos... - dijo Kimberly con voz entrecortada - ¿Verdad que mi mamá se pondrá bien?

- Claro que sí, ella es muy fuerte y no puede dejarnos solos - contestó abrazando a mi pequeña hija, Mimí sintió seguridad con ese abrazó fue algo que le devolvió las esperanzas, pero fue un abrazo extraño para ella sabiendo ya que él era su padre.
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- El trabajo quedo hecho patrón.
- Sabía que podía confiarte este trabajo - replico Eduardo llevando un poco de Whisky a su boca - ¿Estás seguro que la mujer esa murió?
- Pues no tenía salida, así que dudo mucho que haya podido sobrevivir...
- Tienes razón, pero ¿Si alguien la saco?
- Vea jefe, estuve bastante tiempo observando como el lugar se consumía en llamas y si la llevaron al hospital sus pulmones debían estar invadidos de humo, es decir que no puede respirar, además el humo provocaría daños en sus órganos e incluso subir hasta la cabeza provocando muerte cerebral.
- Pero en vez de sicario deberías meterte de médico - respondió sirviéndole al sicario un poco del fuerte licor para brindar por mi supuesta muerte - ¡Que satisfacción saber que por fin acabe con esa arpía!
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Santos me observaba desde la puerta, temiendo lo peor.
- ¿Qué le pasó a mi mujer? - pregunto muy asustado.
- Lamento decirle que su organismo no quiere recibir el oxígeno - le dijo matando todas sus esperanzas sobre mi vida, Santos me dio una última mirada y yo sentí un fuerte dolor que me hizo gemir, lo que había sucedido era que mis pulmones se habían expandido permitiéndome respirar de nuevo.

- ¡Bárbara!, gracias Dios - sollozó Santos mirando el cielo para luego acercarse más a mí.
- Déjenme decirles que es un milagro que la señora Güaimaran aun siga viva, la daba por muerta - nos dijo y luego salió de la habitación junto con las enfermeras.
- ¿Cómo te sientes? - me pregunto al fin Santos dedicándome una mirada de dulzura y alivio.
- Un poco adolorida - respondí con dificultad.
- Tuve miedo por ti, debo confesarte que creí que no saldrías de esta a pesar de saber que eres fuerte.
- Aun no tengo intenciones de morirme - le dije esbozando una sonrisa - ¿Sabes por qué?
- No...
- Porque antes debo recuperar todo el tiempo perdido y lo hare a tu lado - Santos acaricio mi rostro para luego suspirar.
- No podría concebir mi vida sin ti, eres el motivo por el cual me levanto todas las mañanas y solo verte sonreír llena de una inmensa dicha mi alma ¿Entiendes cuánto te necesito? - no pude evitar que una lagrima rodara por mis mejillas, amaba a Santos demasiado y escuchar sus palabras me hacían entender por fin que siempre me amo, nuestra relación no había sido algo pasajero sino algo que duraría toda la vida, ahora sabía que era cierto cuando me susurraba al oído " Eres la mujer más hermosa" y yo creía que se lo decía a toda mujer que se le pasará por el frente.

- Te amo, te amo y te necesito... - conteste sin poder pronunciar más palabras, me beso y vi que sus ojos buscaban los míos, gire la cabeza hacía la puerta donde observe que se encontraba mi pequeña tras el marco.
- Mamá - me dijo con sus ojos llenos de lágrimas, su voz temblaba. Se acercó a mí y no me quiso abrazar, tenía miedo de hacerme daño - ¿No me vas a dejar sola verdad?
- Claro que no, tengo que verte crecer para sentirme muy orgullosa de ti mi niña - la abrace, aún seguía temblando, ella tosió y se desvaneció en mis brazos, me asusté mucho y vi su boca...tenia sangre - ¡SANTOS! - grite desesperada sin saber qué hacer, Santos tomo a mi hija y la llevo a urgencias, comencé a respirar con dificultad, en ese momento no entendía que había pasado.
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- ¿Que paso? - dijo Cecilia aterrada al ver restos de sangre en la camisa de Santos.
- Kimberly - fue lo único que alcanzo a decir ya que el doctor se acercó a dar noticias de mi hija.
- Kimberly está en un estado bastante crítico, parece ser que tenía un sangrado interno y a penas pudimos descubrirlo. Los sangrados internos suelen ser silenciosos porque no son visibles.
- ¡Bárbara! - me nombro Santos recordando que yo estaba sola y desesperada sin saber de mi hija - Doctor podría continuar informándome acerca de Kimberly en la habitación de la madre por favor, pienso que ella es la más interesada - dijo caminando con el doctor hacia mi cuarto.
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- Por lo que les acabo de explicar, debemos operar a la niña sin perder tiempo o ella morirá.
- ¿Y que está esperando para hacerlo? - le respondí, Santos me tenía tomada de la mano y podía sentir que estaba igual de asustado que yo.
- Lo que pasa es que necesitamos sangre y por lo que observe en el expediente clínico ella tiene un tipo de sangre bastante difícil de conseguir y lo que es peor aún solo puede recibir la sangre de sus padres por su edad - recordé que su tipo de sangre era A- y me lleve las manos a la cara, no estaba pensando coherentemente.
- Sáqueme toda la sangre que sea necesaria - le dije de un impulso sin ser consiente que yo no podría donarle por mi debilidad, el único que podía era Santos, pero él no lo sabía.
- Señora sabe muy bien que usted no puede donarle...

- ¿¡Entonces que quiere que haga!? No puedo dejar morir a mi hija - grite llorando.
- Cálmese, necesitamos al padre quizás él sea compatible - mis mejillas se tiñeron de blanco, estaba pálida.
- El padre está fuera del país - dijo Santos, cada vez más respiraba menos.
- Lo siento mucho, no puedo hacer nada más - contesto el doctor, mi respiración se agito.
- ¡NO! - grite.
- ¿Qué pasa? - dijo el doctor mirándome mientras lloraba y trataba de hablar.
- El padre de mi hija si esta - dije sin más.
- ¿Cómo? - pregunto Santos - David está de viaje, ¿Recuerd...- lo interrumpí.
- No Santos no, ¡EL VERDADERO PADRE DE MI HIJA ERES TÚ! - respondí cerrando los ojos.

- ¿¡QUE!? - grito Santos mientras soltaba mi mano, el doctor nos pidió que hiciéramos silencio y se lo llevo para que pudieran realizarle la operación a mi hija.
...Horas después...
Santos se encontraba en la sala de recuperación, por suerte todo había salido muy bien, él por su parte estaba atónito, tomo el libro donde yo había escondido el sobre y lo saco.
- Prueba de paternidad: Santos Luzardo - leyó en voz alta abriendo el sobre - Resultado: + Positivo.