lunes, 15 de junio de 2015

Capitulo 14 "Sorpresa"


Mi cuerpo comenzó a ponerse frió, Santos alzo la mirada y sintió pánico, soltó mi mano y se levantó.
- No quiero verte morir, lo siento… - me dijo antes de caminar hacia la salida, mi cuerpo no respondía ante lo que yo quería, me decía a mí misma que necesita unir todas las fuerzas que me quedaban e impedir que se fuera de mi lado, yo lo necesitaba.
- ¡Santos no te vayas! – pude gritar con desesperación, estaba empapada, tuve que hacer mucho esfuerzo para darle la orden a mi cuerpo de que reaccionará, ya era hora de volver a mi realidad. Santos se giró y corriendo volvió a mi lado, sentí como el alma le volvía al cuerpo, solo me limite a sonreír aunque mi sonrisa fuera una débil línea en el rostro.
- Bárbara, gracias al cielo estás aquí – musitó acariciando mi mejilla casi sin creer lo que estaba pasando.
- Ya creías que te iba a dejar solo con todo el paquete eh – le dije en broma con un gesto de dolor, lo mire a los ojos fijamente y lo abrace sin importar la debilidad física que tenía, necesitaba sentir su calor para encontrarme segura de nuevo, sus brazos eran mi único refugio. 


- Te amo, te amo – me decía mientras me daba pequeños besos por toda la cara hasta terminar en mis labios, nos fundimos en un beso transmitiéndonos la necesidad que tenía el uno del otro, en mi interior di gracias por haber tenido la oportunidad de elegir qué hacer con mi destino y supe que había elegido bien, hace poco había conocido la verdadera felicidad y no quería renunciar a ella sin haberla vivido lo suficiente – No sabes el miedo que tenia de perderte…
- Mejor no pienses en eso, ya estoy aquí – respondo recostándome en la almohada, cierro los ojos por un segundo e inhalo el aire con lentitud para recobrar fuerzas, Santos me observa cauteloso, puedo sentirlo, lo único que extraño es que cuando era un “fantasma” no sentía dolor físico ni esta debilidad que me abraza.
- ¿Te encuentras bien? – me pregunta con timidez, lo miro.
- Si…- contesto brindándole tranquilidad aunque sé que no se ha convencido del todo - ¿Cuánto tiempo ha pasado?
- Una semana, la semana más eterna de mi vida Bárbara.
- ¿¡Una semana!? – repito asustada – Es mucho tiempo, yo siento como si solo hubiera pasado un día.
- Ojala hubiera sido tan solo un día – dice Santos jugando con mi mano – Bárbara tengo que ir por Arias, es necesario que te revise para asegurarnos de que estás bien – asiento con la cabeza sin muchas ganas, pero sé que es importante para Santos, así que accedo – Ya regreso – completa dándome un corto beso y saliendo de la recamara. Me entran ganas de ver a Kimberly, pero no tengo suficientes fuerzas para levantarme y lo peor de todo es que ella no sabe lo mal que me encontraba, mire hacia la puerta y note que alguien me espiaba, era una personita pequeña, de ojos azules y cabello cobrizo.
- ¿Mamá? – dijo mi chiquita entrando con algo de vergüenza, ella no debía sentirla, sino yo que le hice tanto daño ocultando la verdad.
- Lo siento – fueron las únicas palabras que salieron de mi boca, tenía que aceptar que esta vez me había equivocado con mis decisiones.
- No tengo nada que perdonarte, te he echado mucho de menos – me dijo abrazándome con ternura, por fin me sentí completa, solo me falta obtener el perdón de mi pequeña para recobrar mi felicidad.
- Te extrañaba tanto Mimi, tanto…- le dije con lágrimas amenazando salir.
- ¿Puedo hacerte una pregunta? – me dice con cautela.
- Claro – respondo con curiosidad.
- Quizás soy pequeña…pero solo de estatura eh – dejo escapar una leve risa mientras ella continúa – Todos los adultos no me permitían verte y me hacían creer que todo el tiempo estabas dormida, sé que es así, estabas en un sueño profundo, pero todo porque estabas enferma – la observo con los ojos bien abiertos, ¿Cómo es posible que mi chiquita hable de esta manera?- Después de todo esto que te digo, me atrevo a preguntarte ¿Nunca me dejaras sola verdad?


- Por supuesto que no – me limito a decir abrazándola de nuevo, todo lo que me ha pasado solo me ha traído como lección que debo disfrutar a partir de hoy cada momento que tenga con las personas que amo, debo renunciar a esos miedos de perder todo lo que tengo. Santos entra de nuevo junto con el doctor, quien rápidamente se acerca para monitorearme.
- Déjeme decirle Doña que está fuera de cualquier peligro, es posible que sienta dolor corporal, pero con un analgésico mañana se sentirá como nueva – sentencia Arias guardando sus implementos en la pequeña maleta que carga.
- Dios lo oiga y muchas gracias por atenderme – le digo con cortesía, Santos me mira y acompaña al doctor hacia la salida.
- Mami, no había tenido la oportunidad de decirte que tengo la mejor familia que pudiera desear – me siento orgullosa y feliz de sus palabras, no hay nada más gratificante para una madre que escuchar que su hija tiene lo que desea.
- Que te puedo decir princesa, tienes un papá maravilloso, hecho y derecho y lo más importante que te ama con todo el corazón.
- Eso es cierto – Dice Santos saliendo tras la puerta, se sienta a mi lado quedando así ambos frente a nuestra hija.
- Me gusta verlos juntos – sonríe Kimberly bajando de la cama, me da un beso en la mejilla, repite la acción con su padre y sale de la recamara dejando un silencio en el lugar. Santos gira su cabeza hacia mí, me observa sin decir nada, yo hago lo mismo, me encanta perderme en la seriedad de su mirada y aun no entiendo cómo es posible que un hombre tan perfecto como él se haya fijado en alguien como yo. En su boca se dibuja una sonrisa, pero solo sigue mirándome.
- Parece que te alegras de verme – murmuro con ironía.
- Siempre me alegro de verte Bárbara, aunque ahora mucho más –replica.
- No puedo ni quiero imaginar mi vida sin ti, Santos. Te amo tanto que me da miedo.
- Yo también mi amor – me estrecha entre sus brazos – No hay que tenerle miedo al amor, solo hay que saber cómo mantener la llama ardiendo cada día y contigo es imposible que se extinga – sus palabras me hacen tanto bien.

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La enfermedad no es causada solo por accidentes o virus, también por la angustia del alma, pero cuando esta se libera de toda la carga que lleva consigo, el cuerpo se recupera inmediatamente, por algo dicen que el cuerpo y el alma son uno solo y se necesitan para subsistir. Precisamente eso fue lo que me paso a mí, las mentiras, el dolor y todos esos problemas que me estaban asechando carcomían mi alma poco a poco hasta que exploto y se convirtieron en síntomas físicos que pudieron costarme la vida. Es importante estar bien consigo mismo para poder transmitir sentimientos positivos a quienes nos rodean, prometí hacer un cambio en mi vida y centrarme solo en lo que verdaderamente importa, dejando el rencor atrás para encontrarme en paz.
El tiempo transcurrió deprisa, las heridas corporales fueron curadas con medicamentos, pero esas heridas del corazón solo las pudieron sanar el amor de mi hija y mi Santos, quienes estuvieron más atentos que nunca, tengo que reconocer que aunque me gusta ser el centro de atención en ciertas cosas, cuando se habla de enfermedad no me agrada tanto porque me siento inútil. En un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba cabalgando en mi lugar favorito "La Poza de los Suspiros", era la tarde de un viernes, quise dar un paseo sola para encontrarme conmigo misma; me senté a la orilla del agua para meter solo los pies, respire hondo y me deje sumergir por mis pensamientos, me gustaba pensar de vez en cuando en la vida. Sentí unas manos que me tomaban por la cintura, pero supe que era mi Santos por su inigualable perfume.

- Hola - me dijo suavemente.
- Hola - le respondo girando mi cabeza para mirarlo a los ojos y saludar con un beso.
- ¿Qué haces aquí tan solita? - me pregunta tomando asiento junto a mi.
- No lo se, sentí la necesidad de tomar un paseo.
- Eso esta muy bien,¿En que estabas pensando?
- En todo lo que hemos vivido, en mis hijos...- desvió la mirada hacia el agua cristalina - A veces pienso que habría sido de ese niño que perdimos.
- Yo también pienso mucho en él y me digo a mi mismo que quizás hubiera sufrido bastante.
- ¿Por qué lo dices?
- Ambos no teníamos la mejor relación y considero que no hubiera sido bueno que creciera en un ambiente de peleas y dolor - replica Santos abrazándome.
- Es cierto, aunque el terminaría por unirnos.
- Tal vez, pero yo estaba demasiado confundido y no creo que soltaría tan fácil.
- ¿No te suena mucho la idea de tener hijos?
- Claro que me suena, tenemos una niña preciosa, pero sabes...por ahora no quisiera, primero me gustaría que conformáramos una familia solida para que nuestros hijos crezcan con el amor de un hogar y por supuesto que tu y yo tengamos una estabilidad en nuestro amor - me explica con una sonrisa.
- Es verdad, siento que actualmente es suficiente con ver crecer a Kimberly y ya en futuro veremos que pasa.
- Cambiando de tema, ¿Recuerdas que hoy tienes chequeo con el doctor para saber como va tu salud? 
- Puff, todo iba tan bien hasta que dijiste eso - resoplo torciendo el gesto.
- Ni modo, mi amor...sabes que tenemos que ir - contesta ofreciéndome su mano para levantarme.
- No quiero ir - replico aceptando su mano.
- Solo es un chequeo rutinario, no pasará nada - me asegura mientras caminamos hacía el auto.
- No tengo opción.
- Para animarte ¿Que te parece si luego te invito a cenar? - me propone con dulzura a la vez que me dedica una de esas sonrisas coquetas.
- Pero Kimberly...
- Mimi esta muy bien jugando con su primo - me interrumpe a la vez que emprendemos el camino hacia el pueblo.
- ¿Ya lo tenias todo planeado? - pregunto arqueando la ceja.
- Se podría decir que si 

- Oye, cambiando de tema, ya que eres mi abogado, ¿Qué ha pasado con mi hacienda? 
- Sabes que se demora un poco eso de los tramites para demandar a ese tipo, además recuerda que estuviste muy mal y no tenia cabeza para pensar en otra cosa que no fuera tu recuperación - responde sin desviar la mirada del camino - Te prometo retomar el caso mañana mismo, solo te puedo decir que no será fácil demostrar que todo fue una estafa.
- Siendo realista, estoy segura que no hay manera de que la ley se ponga de mi lado, siempre ha sido injusta y solo prevalece la selección natural - suspiro - lo único que me da tranquilidad es que seré como la sombra de Eduardo y cuando de un mal paso allí estaré yo para recuperar lo que me pertenece y hundir a ese desgraciado.
- Me da miedo cuando hablas así, pero lo dices con tanta seguridad que lo siento real - me dice Santos dándome una mirada casta. Parquea la camioneta frente el consultorio de Arias, me bajo sin muchas ganas, pero pienso que entre más rápido salga de esto mejor para mi.
- Amor, ¿Me perdonarías si no te acompaño?, es que necesito ir por unos papeles de la hacienda a la jefatura.
- No pues ya que, anda - le digo - igual esto no es algo del otro mundo, si quieres nos vemos en el parque en un rato.
- Me parece muy bien, te amo - me susurra al oído para después besarme con pasión y dulzura a la vez, luego me suelta; toma su rumbo hacia la jefatura. Me quedé ahí parada viéndolo alejarse y de un impulso fui tras de él.
- Santos - le grito alcanzándolo, el se gira para verme.
- ¿Que pasa? - pregunta un poco asustado.
- Solo quería preguntarte algo...
- Dime
- ¿Sabías que tienes la boca más exquisita del mundo? - le digo dejando que mis mejillas se tiñan un poco de rosa por el comentario, el me dedica una mirada picara a la vez que esboza una sonrisa socarrona.
- ¿Ah si? - musita orillándome contra la pared sin parar de sonreír.
- Ehh - titubeo.
- Pues es toda tuya - responde dejándome probar una vez más sus labios - únicamente tuya Bárbara Guaimaran - me besa.
- Me encantas - le digo mordiendo su labio inferior.

- No más que tú a mi, pero mejor dejamos esta conversación para la noche ¿No?, se nos hace tarde
- Tu siempre tan aguafiestas - le pongo los ojos en blanco mientras me suelto de sus brazos.
- Digamos que un poco.
- Mucho diría yo - contesto devolviendome hasta la puerta del consultorio 
- Que falta de modales, ¿Ya no te despides? - me grita junto a la pared.
- No te lo mereces, hablamos en el parque doctorcito - le digo a la vez que entro.
- Que mujer - niega Santos con la cabeza.
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- Buenas tardes Bárbara, había pensado que no vendría - replica el doctor al observarme entrar en su despacho.
- Pues aquí estoy, más bien dígame ¿Para que soy buena?
- Solo le voy hacer un chequeo general y por supuesto unos exámenes cortos para asegurarme que todo este en perfecto estado.
- Por favor no pierda el tiempo hablándome y mejor actué para poder irme.
- Usted no cambia.
- En realidad es que visitarlo a usted no es mi cosa favorita y prefiero hacer algo productivo.
- Ay Doña - se ríe - hágame el favor de ir a tomarse esta muestra de orina - me pasa un tarrito pequeño, arqueo las cejas y lo tomo.
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- Muy bien Bárbara déjeme decirle que yo la encuentro perfectamente, solo falta checar los exámenes que le acabo de practicar y se podrá ir.
- Por fin - suspiro, el doctor abre un sobre sacando los resultados y revisa atentamente el papel, todo parece estar bien hasta que llega a un punto donde su gesto cambia indicando sorpresa - ¿Pasa algo?
- Obsérvelo por usted misma - me pasa el papel y me indica donde leer.

- Leucocitos, eritrocitos bla bla bla...nada importante - me detengo en una frase - espere...Embarazo: Positivo - todos mis músculos se tensan - Esto tiene que ser una mentira, no, no...
- Felicidades.
- ¿Felicidades?, ¿Que demonios voy hacer? 



lunes, 5 de enero de 2015

Capitulo 13 "¿Elijo quedarme o partir?"


- Perdóname yo no quería hacerte daño - musito acariciando un mechón de mis castaños cabellos, cerró los ojos y creyó que su vida perdía sentido - Yo tengo la culpa de todos tus males, sé que no te supe amar como lo merecías, pero te necesito mi amor, me duele más imaginar que me dejaras aquí sin ti - en ese momento solo podía pensar que no volvería a ver aquellos ojos azules que lo deslumbraban, aquella sonrisa que lo volvía loco, tenía el alma destrozada, saber que yo me encontraba en coma lo deprimía y lo convertía en una persona pesimista - nunca quise hacerte sufrir...
Acaricie su mejilla antes de volver a mi sueño eterno. Él levanto la mirada con esperanza, pero al verme dormida de nuevo creyó que todo era una ilusión. No recuerdo mucho de lo que ocurrió después, solo oía a las personas hablar, primero reconocí la voz de Cecilia que le reclamaba a Santos por mi estado.

- ¡Ya lo se!, si yo no hubiera sido tan cruel con ella...- se reprochaba Santos con la voz desesperada.

- ¿Donde quedo el Santos Luzardo que yo conocía? - pregunta Cecilia.
- Ese Santos se ha ido con Bárbara - dijo Santos casi sin voz.
- No vas a ganar nada siendo tan pesimista Santos, estoy segura que Bárbara va a despertar del coma en el que se encuentra porque tiene que velar por una hija y compartir su larga vida a tu lado - musito Cecilia con un deje de seguridad, quería gritar que Cecilia tenía razón, pero mi cuerpo no respondía. Más tarde volví a escuchar voces...
- Debería ir a descansar Santos, yo me quedare con ella - era la voz de Arias.
- No quiero alejarme de ella - respondió Santos entrelazando su mano con la mía - Tengo miedo de perderla...
- Ella está bien, cuando la examine note que su cuerpo estaba respondiendo a las medicinas que le suministramos, además su pulso se normalizo y eso es una buena señal - dijo quitándome los tubos que llevaba en la garganta - Es más estos tubos ya no serán necesarios, ahora puede respirar por si sola.
- ¿Por qué no me lo dijo antes? - pregunto Santos un poco molesto.
- Usted estaba dormido a los pies de Bárbara y no quise molestarlo - se defendió el doctor - Lo único que puedo decirle es que nos resta esperar a que regrese con nosotros, pero déjeme sugerirle que sea positivo, hablele bonito para que ella sepa que tiene una razón para regresar.
- Si tan solo abrieras los ojos - fue lo ultimo que le oí decir a Santos, me desespere, necesitaba abrir los ojos, pero no entendía porque mi cuerpo no reaccionaba a los estímulos que me hacía el doctor.
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Dicen que las personas inconscientes pueden oír lo que pasa a su alrededor y en mi estado puedo asegurar que es verdad, aunque no hay algo que desee más que despertar, no quiero que le digan a mi hija que estoy mal, pero como hago para avisarles que estoy bien, que solo estoy esperando a que mis ojos se abran para volver a mi vida antigua. He escuchado cada palabra de Santos y sé que está arrepentido, pero no puedo culpar a nadie por lo que me pasó, yo misma con mis mentiras me he perjudicado hasta este punto, sin embargo, luego de todo lo que he vivido es mi manera de estar segura y ahora sé que tengo que cambiar ese habito para no hacerle más daño a mi hija y al hombre que amo. 

Todo vuelve a nublarse, ya no oigo ni un murmullo, pero es como si nada hubiera pasado…me encuentro en el jardín de Altamira, ¿Qué está pasando?, decido caminar un poco para entender. Veo a Mimi acariciando a Capricho, ¿Habré muerto y esto es una clase de cielo?, me paro en frente de ella quien no se inmuta ante mi “presencia”.

- Hija – la llamó, pero es como si no me escuchara. Que extraño es todo esto, no entiendo nada, se supone que hace un momento podía oír las voces de varias personas mientras me hallaba inconsciente y ahora estoy caminando por los alrededores de Altamira completamente sana, pero es como si fuera un fantasma porque nadie puede verme ni oírme. 
Prefiero seguir buscando pistas que me ayuden a entender lo que está pasando, así que subo de inmediato a la recamara donde debería estar, escucho que alguien se incorpora de una silla y viene hacia la puerta, no retrocedo pensando que si soy un fantasma la puerta me atravesara, pero cuando la abren que empujón contra la pared me da. Santos revisa detrás de la puerta y noto que no me vio porque sigue con su camino. Es el momento perfecto para entrar a revisar y así lo hago, sin embargo cuando alzo la vista hacia el interior de la habitación me llevo una sorpresa que prácticamente me deja atónita frente a la cama. 

Veo mi cuerpo conectado a unos aparatos, pero este sigue en el mismo estado. ¿Morí acaso? No es posible, la máquina muestra mis signos vitales estables y si es así ¿Cómo demonios es que pude salir de mi cuerpo?, toco mi cuerpo y esta tibio, respiro con dificultad y siento un pequeño corrientazo que me hace retirar mi mano de allí, estoy confundida. Eustaquia estaba parada en el marco de la puerta, observo que tiene cara de preocupación, pero cuando pasa de la puerta su expresión cambia radicalmente.

- Virgen santísima – dice echándose la bendición – el ambiente esta tenso – se acerca a mi cuerpo y estoy segura que está pensando que moriré, pero ¿Sera así?, necesito que alguien me resuelva estas dudas que traigo en la cabeza.
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Cayó la noche en el Arauca, me sentí un poco cansada, lastimosamente la única bruja de la región era yo y no sabía cómo explicar lo que estaba pasando,  baje las escaleras y entre al cuarto de Santos, él estaba allí leyendo tranquilamente, me acerque lentamente y deposite un beso en sus labios, Santos se asustó y subió como alma que lleva al diablo a mi recamara, lo seguí de un impulso, pero cuando el vio que todo estaba normal suspiro, Cecilia y Eustaquia entraron en el cuarto alarmadas.
- Santos ¿Qué paso?, ¿Por qué corriste? – pregunto Cecilia intranquila.
- No me lo van a creer, pero sentí que Bárbara me daba un beso cuando estaba abajo leyendo – respondió pasándose una mano por el cabello – Y creí que… - su voz temblaba.
- ¿Estaba deshaciendo pasos? – completo Eustaquia con sabiduría.

- Si – dijo Santos con angustia, me sentí culpable porque no pensé lo que hice, no sabía que me podían sentir.

- Esta tarde cuando entre en esta habitación…sentí algo extraño – dijo Eustaquia seriamente mientras Santos se cruzaba de brazos poniendo atención – Es como si a Barbarita le pasara algo, pero no puedo comprender que.
- Está mal de salud, eso le pasa – contesta Cecilia.
- No es eso, es algo más como del alma – Mi nana tenía la respuesta que yo estaba buscando, si tan solo pudiera comunicarme con ella.
- No… - dijo Santos casi en susurro retrocediendo un poco – Bárbara no me puede dejar.
- Yo no te voy a dejar Santos, no podría – le respondo inútilmente.

- Que sea lo que Dios quiera sobrino, pero ahora es mejor que vayas con Kimberly, ella también te necesita – dice Cecilia conduciendo a Santos hacia la puerta, Eustaquia ya iba camino a su habitación y yo, yo me quede ahí mirándome a mí misma. Me encamine al cuarto de Eustaquia y me escabullí adentro sin hacer ruido, la vi con los ojos cerrados ya metida en su cama; me imagine que ya estaba dormida hasta que exhalo con fuerza el aire en un suspiro.


- Sé que estás aquí Barbarita – fue lo único que dijo con los ojos aún cerrados, me acerque a ella y me senté en el borde de la cama, tenía la certeza que por más que intentara hablar ella no me podría escuchar, pero yo si a ella, así que decidí tan solo escuchar las sabias palabras que brotarían de su boca ayudándome a entender – Te encuentro intranquila mija, pero eso no te hace bien - me dijo con suavidad – Lo más seguro es que no sepas que tú eres quien debe decidir si quedarse o irse de este mundo… por lo general tenemos la costumbre de derrumbarle esa carga a los médicos e incluso a la familia creyendo que con la experiencia o la oración podrán regresarnos a la vida o dejarnos ir, pero solo tú tienes la capacidad de seguir con la batalla o descansar en paz por falta de fuerzas. Te conozco y eres una luchadora Bárbara, sé que por ti te quedarías aquí ganándole una vez más a la vida, sin embargo, entendería y aceptaría con tranquilidad que partieras, son muchas cosas las que te han tocado vivir y quizás es hora de descansar del sufrimiento destinado para ti, simplemente está en tus manos tu futuro – abrió los ojos un momento y miro directo a donde me encontraba, parpadee varias veces y la vi señalándome – Ahora vete que alguien más quiere hablar contigo antes de que decidas – dijo cerrando de nuevo los ojos y acomodándose para dormir. 


Salí de allí con la mente despejada, pero tenía que elegir lo que creía era mejor que pasara. Me deje caer en un rincón del pasillo y me lleve las manos a la cara para tratar de ocultarla, pensé en mi hija, que sería de ella si decidía irme, no podía dejarla, pero también sabía que estaría bien junto a su papá, algún día le dirían que tuvo una madre con un pasado espantoso, pero que a pesar de todo siempre la amo. Pensé en Santos, en todos los momentos que habíamos pasado juntos, algunos maravillosos y otros no tanto, eran él y mi hija quienes me ataban a este mundo, pero sabía que tal vez si me iba no habría más sufrimiento y luego el sol volvería a salir para ellos convirtiéndose en felicidad; yo estaría cuidándolos desde allí arriba, pero lo más importante es que siempre permanecería en sus corazones, se me fue la noche inmersa en mis pensamientos hasta que pequeños rayos comenzaron a filtrarse por la ventana y decidí levantarme para enfrentarme a mí misma y tomar una decisión de una vez. Entre a mi recamara, me pare junto a mi cuerpo y le eche un último vistazo, iba a decir algo, pero Santos entro de repente y se posó a mi lado, tomo mi mano con delicadeza y agacho la cabeza.


- Todos me dicen que sea lo que Dios quiera será lo mejor, pero en mi cabeza no cabe la posibilidad de una vida sin ti – me susurraba, note un temblor en su voz y su mirada se tornó cristalina, supe que me hablaba con el corazón en la mano –Tú me cambiaste la vida Bárbara, a pesar de todo lo que hemos tenido que vivir he comprendido que juntos podremos luchar contra todos esos obstáculos  y estoy seguro que encontraremos esa felicidad que tanto anhelas, es más ya tenemos parte de ella y una muestra de eso es nuestra hija – sus palabras eran ciertas, él dejo que una lágrima se escapara de sus ojos y rodara por sus mejillas partiéndome el alma, suspiro y se animó a continuar – Soy muy egoísta contigo, solo estoy pensando en mí…está bien mi amor, si te quieres ir, hazlo con tranquilidad, yo…yo lo aceptare – agacho la cabeza y con sus palabras me sentí libre, pero precisamente en ese momento obtuve la respuesta a mis inquietudes, ya no tenía más dudas, estaba segura de lo que debía hacer, cerré los ojos y me deje llevar por mi decisión, una paz inmensa me consumió y todo acabó. 





lunes, 2 de junio de 2014

Capitulo 12 "Rencor"


...Horas después... Santos se encontraba en la sala de recuperación, por suerte todo había salido muy bien, él por su parte estaba atónito, tomo el libro donde yo había escondido el sobre y lo saco. - Prueba de paternidad: Santos Luzardo - leyó en voz alta abriendo el sobre - Resultado: + Positivo - su semblante cambio radicalmente al leer el contenido.
Me hallaba intranquila en mi habitación, sabía que Kimberly estaba fuera de peligro, pero me preocupaba Santos, tenía miedo de su reacción, había visto bastante molestia en sus ojos antes de salir, cerré los ojos por un momento y al abrirlos de nuevo observe a Santos parado frente a mí con el sobre en sus manos.
- Santos...perdóname - le dije con un nudo en la garganta.
- ¿Por qué? Bárbara ¿Por qué? - contesto acercándose un poco, dándome una mirada de frustración y molestia.
- Yo no quería - susurré bajando la cabeza, el me tomo por los hombros obligándome a mirarle.

- ¿Hasta cuándo pensabas ocultármelo?, sabías perfectamente la ilusión que tenía cuando hicimos la prueba Bárbara - me dijo casi a gritos - Yo tenía derecho a saberlo, ¿Por qué demonios tenía que enterarme así?
- No tenías todo el derecho - me defendí - recuerda que te largaste con mi hija para la capital.
- No tienes que sacármelo en cara todo el tiempo, el pasado déjalo atrás, sabes perfectamente que si yo me hubiera enterado de que tenía una hija contigo me hubiera hecho cargo.
- La noticia me tomo por sorpresa, en ese momento estaba sola y dolida contigo Santos, ¿Que querías que hiciera? 
- ¡Avisarme!
- Claro para que hicieras lo mismo que la otra vez donde me decías que todo era una trampa para amarrarte ¿No?
- No te hagas la víctima, se te paso la mano Bárbara...si tú no hubieras dicho la verdad nuestra hija habría muerto.
- Jamás lo hubiera permitido Santos, la amo más que a mi vida.
- Siempre tienes una forma de amar tan extraña, crees que la mejor manera es ocultar la verdad - inquirió frunciendo el ceño.
- Déjame, así puedo proteger a quien amo...así soy yo y si te gusta bien y si no puedes largarte de mi vida.
- Bárbara, una madre no cría a una hija a base de mentiras...

- Ay no me digas, "Me preocupaba tanto tu opinión sobre como crie a Kimberly" - dije con ironía rodando los ojos.
- Yo sé que hiciste un buen trabajo con ella estos años, pero lo único que no comparto es que no me hayas permitido conocer la verdad.
- Bueno ya perdón, me equivoque... - le dije alzando los hombros.
- ¿Tú crees que con un simple perdón se va a solucionar todo? ¿Crees que con eso podrás llenar el vacío que tú misma le ocasionaste a nuestra hija?, me canse de tus mentiras Bárbara - me respondió dándose la vuelta y salió de la habitación dejándome sola.
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Los días transcurrieron lento, Santos no volvió a visitarme en lo que me dieron de alta, todo con mi hija marchaba bien, pude verla en varias ocasiones y la sentí bastante distante conmigo, supe que todo era por lo de su padre. Al fin me dieron de alta y como no tenía más opción me quede en Altamira, pero las miradas y palabras de Santos eran tan cortantes que me sentía incomoda. Kimberly y Santos estaban más unidos que nunca, ella dormía con él, salían a comer, trataron de recuperar el tiempo que yo misma les negué para compartir juntos. Estaba cansada del desprecio de Santos, pero me dolía más el de mi hija, necesitaba hacer algo urgente para poder recuperarla. Salí un momento al jardín para tomar aire, Santos paso por mi lado fingiendo indiferencia.
- Tenemos que hablar - lo llamé cogiéndole su brazo.

- Suéltame por favor, no tienes que cogerme para hablar - lo solté y suspire.
- ¿No me piensas perdonar nunca?, no me gusta convivir con alguien que todo el tiempo me mira con frialdad.
- Entonces quieres que sonría por tus mentiras - me dijo con dureza.
- Ya Santos, mira que son contadas las veces que le he pedido perdón a un hombre, además por tu culpa Kimberly tampoco me habla.
- ¿Por mi culpa?, por Dios Bárbara tu misma te has buscado lo que te pasa, si hubieras sido sincera desde un principio nada de esto estaría pasando.
- ¡No puedes entender que yo tenía miedo de volver a confiar en ti! - grite perdiendo la cordura - No quería un motivo para estar atada a ti y se lo dije a Cecilia, pero desgraciadamente tenía a nuestra hija; no digo que ella sea un error porque es la bendición más grande que me pudieron dar, pero no quería nada tuyo ¿Comprendes?
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...El Miedo...
- Me aseguraste que Bárbara Güaimaran estaría muerta imbécil, ¿Se puede saber que paso? - hablaba molesto Eduardo enterándose de mi salud.
- Perdone patrón no creí que Santos Luzardo se interpusiera en nuestro camino - se excusaba aquel sicario.
- Pues deberías pensar en eliminar también a ese doctorcito que no ha hecho más que dañar mis planes. 
- Es solo que usted lo mande.

- Mmmm no por ahora no me conviene borrarlo del mapa, ya que la mujer tiene más vidas que un gato sufrirá tanto que deseará la muerte y para eso nos servirá su querido Santos - dijo pasándose una mano por la barbilla tramando algo en mi contra.
- Tiene una mente tan macabra señor, pero me interesa...
- Ya te contaré mis nuevos planes, por el momento dejemos todo en calma tenemos que evitar sospechas, pero algo si te quiero pedir...oí por ahí que el doctor está bastante enojado con Bárbara por ocultarle la verdad sobre su hija, encárgate de que no se reconcilien, es más que la odie con todas sus fuerzas.
- Si me permite, me tomare algunos días para investigar a Santos Luzardo y así poder actuar en contra de la Doña.
- Esta bien, tu sabes cómo haces las cosas, pero que no sea mucho tiempo necesito que sufra.
- Así será patrón, cuente con eso.
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- El ambiente en la hacienda está bastante tenso Mariposa - susurro Antonio mientras abrazaba a su esposa.
- Mi sobrino es muy firme en lo que decide y no está dispuesto a perdonar a Bárbara, me da un poco de lastima - respondió Cecilia.

- Es que ocultar un hijo es algo de gran gravedad, no quiero estar en los zapatos de ellos y nosotros aquí viviendo en Altamira porque están arreglando la casa.
- La verdad me gustaría regresar a casa pronto, pero sabes que me duele, que Bárbara y Santos se aman demasiado, pero el orgullo de ambos es tan grande que no quieren ceder y por fin ser esa familia que tanto han anhelado...Deberías hablar con él y convencerlo de que perdone a Bárbara.
- Mariposa me encantaría hacerlo, pero en realidad no quiero meterme en este problemón, tu y yo no tenemos derecho de opinar frente a esto, mejor esperemos que ellos mismos puedan solucionar sus diferencias.
- Siento impotencia por no poder ayudar a Bárbara, he visto como la mira Santos y duele, se le sale lo Luzardo y no hay quien lo pare.
- Algo que detesta Santos es que le mientan.
- No estoy de acuerdo con que Bárbara le haya ocultado la verdad, pero la entiendo de cierto modo...fíjate que es complicado volver a confiar además Santos no tomo muy bien que digamos la noticia de que ella estaba embarazada la otra vez, quizás por eso tuvo miedo.
- Ambos son culpables de su sufrimiento en estos momentos.
- Pero la más afectada es su hija, Kimberly es la única inocente aquí y tiene que padecer las peleas constantes de sus padres luego de recibir una impactante noticia.

- Eso es lo que más tristeza me da, pero cambiando de tema nadie se ha preguntado quien fue el causante del accidente de Bárbara y la niña.
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...En Altamira... 
- No se supone que me amas o eso dices, como en ti ya no se puede creer - contesto Santos a lo que pensé podría ser mi última jugada ante la desesperación.
- ¿Que tiene que ver lo que sienta por ti en esto? - pregunte sin entender.
- El amor se basa en la confianza, así que debiste confiar en mis sentimientos hacia ti y no dudar de que jamás te volvería hacer sufrir.
- Tú te contradices tanto Santos, antes decías que me amabas, pero no confiabas en mi ¿Cambiamos de papeles? - inquirí arqueando las cejas - por otro lado me estás diciendo que jamás me harías sufrir y ¿Que se supone estás haciendo en estos momentos con tu desprecio? - trago en seco y me atrevo a decir que se sintió culpable por mis palabras, todo era cierto, el me juzgaba sabiendo que antes había actuado como yo, sabía que mis errores eran mayores, pero como él había inquirido si él me amaba tanto podría ceder y perdonarme, pero no fue así, entonces ¿Dónde estaba ese amor que tanto me juraba?
- En ese tiempo era diferente - dijo al fin terminando con el silencio que había entre ambos - mi desconfianza hacia ti era por asesinatos y mira que no me equivoque.
- A ti no te afectaba en nada lo que yo hiciera o dejara de hacer, pero ese afán tuyo de civilizar todo lo que tocas no te permitía amarme sinceramente, ahora lo entiendo.
- ¿Tú crees que no te amo realmente? 

- Exacto - dije cruzándome de brazos.
- Si así son las cosas lo mejor es que tomemos caminos distintos, hemos luchado mucho por estar juntos, pero parece que no estamos hechos el uno para el otro...no soporto tus mentiras así como tú no soportas mi "afán de civilizar"
- No te lo tomes tan apecho Santos - complete sintiendo que todo se estaba yendo al extremo, tenía miedo de perder una vez más.
- No Bárbara, estoy siendo claro, lo nuestro acabo ese día en el hospital - sentí que me desplomaba al oír su última frase, tan solo con su mirada me decía adiós y eso me hacía perder el deseo de seguir - me duele que lo nuestro no haya podido funcionar, pero yo me quedare con mi hija y tú podrás rehacer tu vida con alguien más - nunca lo oí hablar tan en serio, tuve miedo.
- Deja el drama, no es para tanto - conteste sin darle mucha importancia, me sentí un poco mareada.
- ¿Drama? Bárbara estoy hablando en serio.
- Santos...
- ¿Qué quieres?

- No me siento bien - dije mientras todo me daba vueltas, comenzó a faltarme el aire y todo se nubló para mí, Santos se asustó al verme convulsionar en el suelo y se tensó. Mandó a uno de los peones por un doctor y espero a que dejara de convulsionar para llevarme a su habitación en lo que llegaba el doctor. Llegó Arias y antes de que se me pudiera acercar comencé a convulsionar de nuevo.
- ¡Tómela! - grito el doctor viéndome en ese estado, Santos siguió sus órdenes y lograron estabilizarme inyectándome, pero lo único que pudieron hacer para mantenerme con vida fue entubarme, Santos sintió desvanecerse al verme tan mal, se sentía culpable porque el doctor le había dicho que una alteración provocó mi recaída.
- Lo siento Santos, Bárbara entró en estado de coma - dijo sin darle muchas esperanzas - en este momento solo nos queda esperar un milagro, son muy pocas las personas que llegan a reaccionar, pero no pierda la fe - Santos no dijo nada - Iré al pueblo por algunas cosas y regreso lo más pronto que pueda, este atento a cualquier cambio.
El doctor abandono la recámara y Santos se llevó una mano a la cara tratando de que una lágrima no rodara por sus mejillas, se sentó junto a mí y me miro.
- Perdóname yo no quería hacerte daño - musito acariciando un mechón de mis castaños cabellos, cerró los ojos y creyó que su vida perdía sentido - Yo tengo la culpa de todos tus males, sé que no te supe amar como lo merecías, pero te necesito mi amor, me duele más imaginar que me dejaras aquí sin ti - en ese momento solo podía pensar que no volvería a ver aquellos ojos azules que lo deslumbraban, aquella sonrisa que lo volvía loco, tenía el alma destrozada, saber que yo me encontraba en coma lo deprimía y lo convertía en una persona pesimista - nunca quise hacerte sufrir...